ENGRAPADOR
Como toda la familia se quejaba por sus ronquidos, los cuales también creaban problemas con los vecinos, aquel hombre fue al médico. Éste no pudo darle solución pero sí muchas medicinas; el curandero tampoco, sólo le hizo vomitar un rato.
Al regresar a casa, en vista de que el problema continuaba, se engrapó los labios y se echó a dormir.
Aquella noche nadie se quejó, y él pudo ser feliz hasta que amaneció, puesto que al abrir los ojos nuevamente, comprobó que no tenía trabajo, ni dinero, ni ideas, ni esperanza, entonces agarró el mismo engrapador e hizo lo suyo con sus párpados.