viernes, marzo 13, 2009

CHICLE

Sucedió que los Chulos estaban hartos de que los Patucos los chotearan siempre: No les dejaban pasar a las discotecas. Aunque a las finales, qué importa, eso sí, si a las bibliotecas o escuelas no los dejan entrar por Chulos, es otra cosa, pero vamos ¿una discoteca?, ¿Vale tanto?, ¿le interesa a los Chulos que no los dejen pasar a una discoteca?, ¿Acaso los Patucos se molestarían si no los dejaran ingresar a una Pollada?

Bueno, en un comienzo, todos pensaban que no, pero se dieron cuenta que sí. Cuando las choteadas se plantearon a la inversa, y los Chulos empinchados no dejaban que sus hijos se juntaran con Patucos. Estos, tuvieron miedo.

Porque los Chulos sabían que la única forma de salir de allí era por lo que tenían en la cabeza, mientras que los Patucos se desvivían y morían en discotecas. Una de ellas se incendió, nadie sabe si fue Patuco o en todo caso Chulo, aunque sería difícil, puesto que no los dejaban ingresar, ni así fueran bomberos. Hasta los de seguridad debían ser Patucos.

Debían . . .

Como era de esperarse, la muerte incinerada de estos jóvenes Patucos causó revueltas, mítines y reunión de firmas para que los culpables pagaran. Nada hacía presagiar que estos nunca habían muerto, sino que era otro de los planes maquiavélicos de los Patucos, quienes habían invitado a todos los Chulos que alguna vez chotearon de aquellas discotecas, los emborracharon y drogaron, una orgiaza (porque también había muchas chulas . . . lo hicieron el domingo por la tarde) y cuando ya no podían entender qué era ese calor, si el éxtasis o en realidad se estaba quemando su brazo, todo había sido consumado.

Para ser sinceros, Los Chulos habían inventado toda esa historia, y en realidad los Patucos habían muerto allí. No los Chulos. Sin embargo, no podría afirmarlo, no me dejaron ingresar porque no era lo suficientemente oscuro para Chulo, o claro para Patuco.

En consecuencia, inventé esta torta que luego derivó en mazamorra para terminar por ser un toffe convertido a chicle el cual me compró una empresa, de esas que cambiaron los chistes por los microrrelatos de un par de amigos cineliterarios.

El chicle tenía algo que yo no había previsto: una sustancia alucinógena y sumamente adictiva. Lo mejor era que no aparecía en ningún tipo de prueba antidopaje, lo peor, que para los Chulos era ilegal.

Se organizó la campaña publicitaria más grande en nuestro país (que por otra parte siempre fue dominado por Patucos) Prendías la televisión y allí estaban los chicles, escuchabas radio y te hablaban de chicles, los spans y correos basura pedían apoyo a los Nikroz mediante chicles; a todo esto los Chulos estuvieron tan asados que organizaron paros, huelgas y revueltas porque no les dejaban alucinar con el mentado chicle.

Si un grupo de Chulos encontraban a un Patuco o grupo de Patucos, no solo les quitaban sus chicles, sino que los dejaban irreconocibles, en algunos casos mutilados y otros violados (generalmente Patucas, aunque la gran mayoría lo disfrutaba, todas las Patucas son putas)

Nunca se llegó a solucionar aquellos percances por el simple hecho de que Chulos y Patucos nunca lo quisieron. Ambos bandos adoraban pelearse, sacarse la mierda y asesinarse unos a otros. Su vida carecería de sentido sin ello. La vida de todos nosotros no sería más que una ironía sino choteábamos a alguien. Ahora debemos elegir un bando.

La guerra continúa y no me importa que ni los Chulos o los Patucos me hayan hecho nada, estoy hambriento de sangre y voy a acabar con todos. Solo así pienso que esto volverá a la normalidad. Es eso o tirar todos con todos para construir una raza súper fusionada, híbrida.

Pero como no tengo tiempo, estoy entrenando muchos niños Patucos y Chulos en pelea, armas y explosivos (niños bomba en cada colegio). Solamente que estoy haciéndolo por separado, así ambos lados continuarán la lucha y el chicle adictivo que inventé y que trastorna la mente seguirá convirtiendo a todos en psicópatas, continuará vendiéndose y yo, divirtiéndome junto a todos mis amigos multi-millonarios,

es chévere dominar el mundo.

jueves, marzo 05, 2009

MORFEO

Cada noche soñaba que un músculo largo, fuerte, enhiesto pero muy suave, humedecía y penetraba su entrepierna. Todas las noches, esta adolescente quinceañera, disfrutaba las fantasías más viscosas que Morfeo le proporcionaba. Esa noche, luego de potentes orgasmos, lo encontró: Morfeo, su dogo, la ultrajaba vorazmente. De esta forma Ella conoció el amor por vez primera.

Aunque claro, ya había sido el amor de sus sueños.