domingo, julio 30, 2017

Horror Bizarro en la FIL 2017

Este martes 1 de agosto a las 6 p.m. en el auditorio Abraham Valdelomar de la FIL 2017 (Parque Los Próceres de Jesús María) se dará la presentación oficial de Horror bizarro. Antología de literatura grotesca de editorial Cthulhu, libro que incluye mi nuevo relato "Ven-ganza". Esa tarde compartiré la mesa con otros escritores seleccionados como Carlos Carrillo, Carlos Saldívar y la editora Marcia Morales. No vayan!   

sábado, julio 29, 2017

Tenebra hoy en la FIL 2017


La muestra de cuentos peruanos de terror, Tenebra (Torre de papel, 2017), que se presenta hoy a las 2 p.m. en la sala Abraham Valdelomar de la FIL 2017 (Parque Los Próceres de Jesús María), confirma cuán ligados a lo fantástico seguimos varios narradores de esta generación cuya obra no busca asemejarse al preciosismo mainstream que pretenden y ostentan ciertos referentes ya aburguesados, sino que más bien, preferimos el gore, la serie B, el humor negrazo, el satanismo, la pornografía y/o el incesto para abordar y generar un poco de miedo (pálida), así sea solo en forma de angustia o asco. 


Por eso es interesante la selección de Carlos Saldívar. Principalmente porque ha reunido, o así parece, a una gran parte de escritores nacidos entre los setentas y ochentas (y noventas) que desde sus exilios han ido desarrollando el tema fantástico, el terror o la ciencia ficción y que, gracias a este libro, sino se manyaban antes, al menos ya sabrán de sus (miserables) existencias. 

Si levantamos la crítica por el efecto de miedo que me causara alguno de los cuentos, “Reencuentro” de Julio Cevasco no solo me generó asco natural por la idea del coito incestuoso milf (complejo de Edipo a forro), sino que por momentos proyectaba la aparición a mis espaldas de una entidad demoniaca debido a ciertos párrafos que se leían como invocaciones... No estoy jodiendo, ni cagando releo esta mierda. 

Luego, debido a mi actual investigación sobre el doppelgänger en la narrativa fantástica peruana contemporánea hay otros tres cuentos que me interesaron sobremanera, además de su propuesta que aplaudo por lo bizarra: “Ojo por ojo” de Jeremy Torres-Montero, “Oxiuros” de Jorge Casilla y “Disección” de Yelinna Pulliti. En el primero, una mujer que es golpeada y ultrajada salvajemente y a diario por el borracho de su marido, cuando este se ha largado, desnuda frente al espejo y contando sus moretones se le aparece un demonio quien, tras tirársela, la incita a vengarse del cobarde... Pura reivindicación. En el segundo, volvemos al tema edipiano, pero en otra variante, esta vez un tipo es diagnosticado con un parásito en sus intestinos, lo macabro es que se encariña tanto con este que lo alimenta como a un hijo, le habla, lo mima y llegado el momento lo alumbra, asumiendo la forma de su creador. ¡Pálida! En el tercero, un tipo que odia que lo toquen está condenado en el infierno a ver cómo unos médicos sádicos diseccionan su cadáver y juegan con sus órganos. Para los amantes del gore. En estos se manifiesta el doble mediante tres vías: reflejo especular, parásitos y post mortem o cuando el alma ve sus restos.

Hablando de parásitos, bacterias, virus o insectos, además de “Oxiuros”, tanto mi relato “Pánico por Chiclayo” como “Bichos” de Glauconar Yue abordan este tipo alimañas que conviven o infectan a los humanos. En el caso de “Bichos”, está narrada como novela policial, en el mío elegí una especie de crónica roja; por ello es interesante también la variedad en los estilos narrativos que presenta este volumen.

En ese sentido, el relato más extravagante, bizarro, alucinógeno, pero en especial kitch, pulp, serie B, plus proyectada maldita en ácidos sobre la huaca, debe ser “El circo de los horrores” de Carlos Trujillo Ángeles: uno no sabe si reírse o mandar a la mierda todo el libro. Con Nosferatu como manhost de este circo infernal (e ideal) y payasos demoníacos que bailaban Harlem Shake, zombis acróbatas o contorsionistas poseídos (WTF!) cual antesala para el número final donde Freddy Krueger acuchilla, Jason descuartiza, Chuky apuñala, Hannibal Lecter traga, Darth Vader mutila y Sweeney Todd degolla a su animoso público (WTF2) previo a la inserción del narrador, quien enfundándose la máscara del Guasón acribilló a los desesperados asistentes con su AK-47 (WTF3), este relato es preciso para leer en alta.

Otra narración interesante es “La criatura de los humedales” de Liliana Flores Vega, en especial porque me recordó a aquellas películas de domingo por la noche en Global, donde el terror y el erotismo eran lo mismo. Así también el humor: una pareja amante de los ovnis y el chamanismo sale en su auto por la Panamericana norte y tras haber tirado en cada pueblo, esperan el arribo de un pata acampando en los humedales para volver a tirar bajo la luna nueva. Cuando llega su amigo se van a un bungalow y en la noche sigue la revolcada. Como ella piensa que son espiados por su amigo, le ofrecen un espectáculo digno, sin saber que en realidad era una… ¡criatura de los humedales! Bien mañosona, eso sí, porque dejó su lechada verde-amarillenta en la ventana.

Considero que esta debe ser la razón de peso para que Saldívar haya abierto la muestra con este cuento: coito heterosexual y abiertamente homosexual o bisexual (grupal, trío, poliamoroso y libre de prejuicios) más descripción de felación y poses, además de parafilias como exhibicionismo y voyerismo, son la base de esta historia. Más allá del elemento lovecraftiano en la aparición del monstruo y el uso de amuletos y salmodias para combatirlo, resalta su erotismo.

Este horror erótico, presente también en “Reencuentro”, “Ojo por ojo” y en el monólogo esquizofrénico y sadomaso de “Te espero” de Tadeo Palacios, ostenta un antecedente reciente en el segundo número de la revista Nictofilia (Cthulhu, 2017), cuya editora Marcia Morales Montesinos también forma parte de Tenebra con “La chica de la encrucijada”, brevísima ficción de una página que retoma el mito de la dama de blanco de las carreteras y lo asocia a nuestra vergonzosa realidad: la alta cantidad de violaciones y feminicidios impunes en Perú, cuyo taxista que no se detuvo a ayudar a la joven pelirroja puede simbolizar la cotidianeidad e indolencia con la que a diario se abordan estos temas. Similar nivel de denuncia aparece en “El nacimiento de la maldad” de Sarko Medina, en el cual un perro se transforma en monstruo para vengarse de los humanos por el maltrato sufrido a lo largo de su existencia. 

Por otro lado, así como en “Reencuentro”, la familia es el eje del par de cuentos con mayores dosis de suspenso y angustia: “Amor filial” de Jim Rodríguez, donde un insistente niño descuartiza noche a noche a diversas víctimas para reconstruir el cuerpo de su madre (absolutely gore); y el drama de “Solo quiero un pedazo de carne” de Lenin Solano, en el cual un hombre mantiene a su esposa-zombie amarrada a la cama (¿alguien dijo horror erótico?) hasta que se libera e intenta comerse a su hija. Desoladora inmersión en el apocalipsis zombie, uno de mis temas favoritos.

En la misma sintonía solo que con tintes psicopatológicos, “La bruja de Benfirld” de Edison Mucha Soto narra las desventuras de un cura demente acusado de comerse a los niños de su pueblo. El tipo está encerrado en un manicomio y no para de repetir el nombre de la bruja a quien acusa de aquellos crímenes. No podían faltar los motivos de la brujería y la locura que redondean la muestra. 

Para cerrar con un ensangrentado broche de oro penetrando tu piel, toca referirme a dos autores peruanos que van para íconos de nuestra narrativa de horror actual: Carlos Carillo, aka El viceministro sádico, aka El pitufo sodomita, aka ¡qué tal conchasumadre! Maldito autor del legendario, vetado e inhallable, Para tenerlos bajo llave (1995); y Carlos Saldívar, infatigable e inefable promotor de lo fantástico, el terror y la ciencia ficción en el Perú, y quien probablemente sea el único escritor peruano en haber sido publicado de manera constante en cuanta antología, revista o fanzine aparezca sobre el tema, aquí, allá y en el más allá.

En “La de la idiota sonrisa” de Carlos Carillo reaparece el motivo de la familia en la persona de una madre temerosa de la perdición de su hija debido a sus andanzas con una chica albina de “sonrisa maliciosa”. Lo alucinógeno empieza cuando la señora encuentra en el cuarto de la adolescente las estatuillas que adoraban en los rituales paganos realizados por ambas universitarias, y cuyas sesiones le serán reveladas a la madre mediante sus pesadillas frente a la televisión, antes de constatar que todas estas posiblemente fueron realidad. 

Asimismo, la propuesta de “Simbología aberrante” de Carlos Saldívar muestra a un detective obsesionado con un oscuro horóscopo aparecido en un fanzine, el cual revela cómo sus seguidores, signo tras signo, han cometido al pie de la letra cada asesinato predicho allí. El final cómo no podría ser de otra forma, también incluye a la familia. Sin embargo, me quedo con una frase de este cuento que podría resumir la idea en conjunto de Tenebra, y no por nada fue escrita por su mismo editor: “¿Cuántas publicaciones que debieran ser prohibidas circulan en este corrupto país?” (pág. 146). 

Aunque sea muy estimulante leer una obra tildada de prohibida, pese al exceso de gore y horror erótico dudo que este sea el caso de Tenebra, libro que se suma a las necesarias compilaciones peruanas sobre terror aparecidas en el último decenio, pero cuya particularidad reside en ser la demostración palpable de que lo fantástico sigue cosechando fieles cultores en las generaciones más próximas, sean de Lima y sobre todo de provincias, de quienes se esperan obras cada vez más aberrantes para beneplácito de aquellos que disfrutamos leyendo este tipo de atrocidades.


viernes, julio 14, 2017

Cuentos paKemarse en la Anti-FIL 2017

Este domingo 16 de julio a las 6 de la tarde presentaré la reedición de Cuentos paKemarse en la ANTI-FIL 2017, feria del libro alternativa ubicada en la Casa Anti (jirón Carabaya 959-963, al lado del Vichama en la Plaza San Martín). 
Compartiré la mesa con Melissa Belevan y María Font... así que ya saben bajen y salven!!!


Y más temprano, a las 3, departiremos junto a Jules Verde y Carlos Saldívar sobre el horror erótico presente tanto en la revista Nictofilia como en Tenebra, muestra de cuentos peruanos de terror. Quedan avisados!

domingo, julio 02, 2017

De gore, canibalismo y violaciones: una penetración al horror erótico de Nictofilia vol. 2


Dossier: Horror erótico. Solo leer de qué iba la convocatoria para el segundo número de Nictofilia me estimuló a moldear diversas ideas durante las febriles noches previas a mi viaje para luego escribir ya en Barcelona un nuevo cuento (hacía tiempo que no me aventuraba) y mandarlo a la redacción a pocas horas antes del cierre, o creo que me pasé no sé, pero sumiso les rogué participar mediante un extenso mail: me respondió la editora Marcia, a quien le comuniqué mi agradecimiento fascinado por su iniciativa, ya que vuesa merced (yo) siempre ha sido fan de este tipo de porquería, que adoro.
Sé que Jules Verde también se sintió excitado por esta convocatoria sobre la que compartíamos vía inbox. Siendo nuestro principal cultor del cuento pornográfico en la especialidad de parafilias: coprofilia, zoofilia, pedofilia, necrofilia, urolagnia, sadomasoquismo, sumisión, fetichismo, exhibicionismo, incesto, violaciones, todo lo que quieras, todo lo que tu cuerpo y cerebro esté dispuesto a aceptar, sería un pecado mortal no haberlo incluido. Jorge Torres mandó la coprófila y zoófila Cerdorwell con final feliz, como una brevísima muestra de su giganovela Struendalll que abarca muchos temas y a la vez la nada, y eso es lo más hermoso.
De hecho, es probable que seamos junto al legendario Carlos Carrillo y Glauconar Yue los únicos “peruanos” reunidos en el volumen, y he ahí su principal acierto. El afán internacional de Nictofilia ha reunido bajo llave a esta legión procedente de los rincones más oscuros de Hispanoamérica. La mayoría son de la península (con siete colaboradores) lo que es un indicador de lo sexualmente liberados y/o trastornados que andan hace ya mucho por la Madre Patria; y lo mismo podemos afirmar de los cinco mexicanos publicados. Esto también denota cómo ambos países nos llevan años luz en cuanto a este tipo de revistas bizarras. Completan la terna Colombia, Argentina, Uruguay y Paraguay con un seleccionado cada uno.    
Vamos al barro. Mis cuentos favoritos del libro son El Jachirú del argentino Rogelio Oscar Retuerto y El último prisionero del mexicano Abraham León Chávez. Me interesan por su agilidad, y porque la estructura de ambos responde al cuento clásico de horror. En ese sentido, parecen salidos de aquellas antologías pobremente traducidas de ediciones baratas o pulp, que dado su carácter de paperback, de lecturas para viajar de día, te atrapan, y te saben llevar de la mano hacia un final donde te la aplastan o la desgarran sin asco.
La diferencia es que mientras la temática de El último prisionero se acerca al imaginario del horror estadounidense en la línea de la triada Poe, Lovecraft y King para hablar del ocultismo y la demonología, tema gringo por antonomasia; El Jachirú está más emparentado con las tradiciones y leyendas de los pueblos latinoamericanos y sus bestiarios. En los dos, el clímax se da en la escena coital con un demonio y un monstruo, respectivamente, que son tan estimulantes como venirse dentro de la mujer amada, o como recibir latigazos de la misma.    
Siguiendo estas características propias de la claridad del cuento de horror pulp La dama de la máscara dorada del uruguayo Víctor Grippoli evoca a los clubes privados de antifaces (¿Eyes wide shut?) o sectas de cultos milenaristas con orgías espiritistas incluidas; así también, otras variantes “americanas” son la del grupo juvenil que sale de viaje solo para encontrarse con un destino feroz y aberrante en El ausente, del mexicano Rigardo Márquez; y la incursión en el gore/snuff movie de El hotel latino en un día especial, del también azteca Yair Ayala. Este par debe ser lo más similar a películas porno en medio de un volumen plagado de depravación.   
Además, la narración de Ayala corona la cantidad de canibalismo y gore que cercena la mayoría de los cuentos, como es el caso del protagonista de Olores, de la española María Larralde, cuando no contento con violar a su perra mascota penetra también a sus cachorritos antes de comérselos vivos. Algo similar pasa en La chica más blanca del primer ciclo, de Carlos Carrillo y Glauconar Yue, y su pareja de amantes que discute sobre: “¿Qué crees que te va a pasar si comes carne humana? Es igual de sano que cualquier otra cosa, nada más le tienes miedo” (33).  
Manteniendo el estilo de mutilaciones y sangre a borbotones, la necrofilia dice presente en Salomé, de la española Laura de la Cruz Martín, donde una creyente católica revela su amor por un cura a quien ha decapitado solo para masturbarse con su lengua y labios muertos. Otro sacerdote es el culpable de las pesadillas de la protagonista de Solo sube un poco tu vestido, del colombiano Iván Tovar, la cual de niña sufriera un intento de violación por este, dejándola traumada hasta solo buscar la satisfacción cortando extremidades de los cadáveres de una morgue e introduciéndoselos, acción que también realiza la mujer cuyo nombre titula el cuento Encarnación del español José Ángel Conde, que sí fue ultrajada por un cura, solo que ella se mete en la vagina chorizos hechos con los restos de su cerdo Guapo, con el que se revolcaba desnuda en su charca. Aunque para cerdos mejor el relato de Jules.
Antes de continuar es grato señalar cómo gran parte de las historias describe a ministros de la Iglesia católica como emisarios de la depravación (no creo que la asociación sea gratuita, méritos ostentan desde hace dos mil diecisiete años con tanta tortura y pedofilia). La prueba más notoria ocurre en El ausente, donde espíritus malditos de un convento de monjas ultraja y sodomiza a un grupo de jóvenes mochileros que pretendían grabar un reportaje. Para variar mi cuento Caídas también presenta a un cura de pueblo como antagonista.          
Empero, no son la única clase de sacerdotes, así como en El último prisionero y La dama de la máscara dorada, maestros de rituales ocultistas son retratados en Penitencia, de la española Cristina Martínez Carou, quien entrega el relato más homoerótico del conjunto: un viejo mercader usa a un joven virgen para purgar sus pecados en una ceremonia nocturna donde será sodomizado hasta la muerte por unos ángeles que representan a la gula y la lujuria. Lo mismo sucede con Ábreme la puerta, del también español Pedro de Andrés, solo que en este caso un stripper ciego es amante de una bruja que cansada de sus ruegos para que lo tome como su aprendiz transforma su cuerpo en un portal por el cual comunicarse hacia el más allá.
Mención aparte merecen los relatos donde el deseo insaciable de sus personajes se convertirá en su perdición: El ritual sonoro, del mexicano Hugo Casarrubias, habla de una melómana arrecha que consigue un vinilo cuyos sonidos relajantes la conducirán a un viaje astral donde será ultrajada por unos chamanes aztecas, de los cuales no podrá escapar. Sin embargo, la mejor manera de cerrar esta selección de horror erótico es Tacto, de la española Dolo Espinosa. En su historia, lo que parecía un club para erotómanos compulsivos se torna en horror cuando todas las manos que acarician el cuerpo de la ninfómana protagonista, en aquel cuarto oscuro, empiecen a morderla y a despedazarla, así, en medio de sus gritos de placer y/o dolor se da por finalizado este tour de forcé de erotismo criminal.
Sobre la sección de poemas poco puedo opinar siendo yo un humilde narrador de horror erótico. No obstante, en líneas generales debo reconocer que el segundo número de la revista Nictofilia no solo es un lujo por su acabado y la lujuriosa portada debida al inefable Doctor Plaga (aunque parezca un dibujo macabro de sadomasoquismo: ¡son fotos! Eso sí, ojalá cuelguen pronto la sesión entera en la web de Nictofilia o su fanpage), sino también por la lúbrica labor de curaduría editorial de Marcia Morales Montesinos, a quien debo constantes erecciones mediante la lectura pormenorizada y el análisis de estos relatos que secaron mi resaltador debido a la cantidad de penetraciones demoniacas, masturbaciones necrófilas y monstruosas violaciones que he señalado para las futuras generaciones que encuentren este ejemplar en mi biblioteca.

Por eso, lean Nictofilia, y si no sabes qué regalarle a la loca de tu flaca, al jeropaza de tu gil, al más arrecho o arrecha y friki de tus patas, o incluso a tus viejitos, acá tienes una opción que no les será indiferente, y que fácil hasta te lo agradecen, porque para entretenido nada mejor que gore, canibalismo y terror porno, eso es seguro.