sábado, junio 23, 2012
viernes, junio 15, 2012
Secadora
Estos dibujos forman parte de un proyecto que surgió en la mente de Carlos Lavida, entre el 2008 o 2009, luego que leyera las Mishky Stories cuando solo eran otra real estoneada de este blog.
Aunque lo siguen siendo, no pudieron esperar y terminaron publicadas en su versión original dentro de una edición de bolsillo salida en diciembre del año pasado con IncertidumbrEditores.
La misma que Carlitos presentó en Trujillo junto a Fermina, además de prestarme uno de sus dibujos de calatas para la portada.
Hay un par más todavía . . .
sábado, junio 02, 2012
Viejos y jóvenes desconocidos
La antología “Cuento liberteño: Panorama actual” de Carlos Santa María es otro de esos pintorescos intentos que los autores nacidos en provincia acostumbramos publicar cada cierto tiempo como queriendo reafirmar nuestra existencia.
Si esta antología fuese de fútbol, estaríamos ante aquellos equipos que luchan por llegar a la etapa departamental de la Copa Perú. Quizás allí radique el hecho que ni César Vallejo, Ciro Alegría, Eduardo González Viaña, Jorge Díaz Herrera o José Watanabe estén incluidos, algo que Santa María explica muy bien en el prólogo.
Si esta antología fuese de fútbol, estaríamos ante aquellos equipos que luchan por llegar a la etapa departamental de la Copa Perú. Quizás allí radique el hecho que ni César Vallejo, Ciro Alegría, Eduardo González Viaña, Jorge Díaz Herrera o José Watanabe estén incluidos, algo que Santa María explica muy bien en el prólogo.
Sería como que un crack de la Champions League, tipo Vallejo, descienda a jugar por el Sport Tabaco de Cartavio.
Pero fuera de webadas, las pretensiones de esta antología son largamente encomiables desde el solo hecho de reunir las diversas variantes y estilos encontrados en la actual narrativa liberteña, sobre todo si el público al que está destinado son estudiantes de secundaria, cachimbos universitarios; y en especial los increíbles del curso de Literatura Regional de la UNT (ojo con el sílabo).
Esto explica la brevedad de la mayoría de los textos, el tamaño de su letra, así como las ilustraciones de Cassaró y los comentarios preliminares de cada autor. Por ello, y basándome en un criterio muy adolescente, de haber tenido quince años cuando aquel libro llegó a mis manos, estas serían las historias que más me habrían gustado:
En primer lugar, considero que el mejor cuento de los diecinueve es “Eso se llama tener química” de Ángel Gavidia, uno de esos maestros caletas de la narrativa, quien seguro no tardará en llegar a primera (o sea que lo “descubra” Estruendomudo o termine sus días en San Marcos), lo cual aún sería insuficiente para su calidad.
Luego está “Día D” de Duncan Sedano, una historia que si no abrió la antología es por el todavía pudoroso e hipócrita sistema educativo en el que nos desenvolvemos. La descripción de la empleada desnuda en la ducha es tan arrechante que se precisa leer unas tres o cuatro veces como quien retrocede en el cholotube un video de minuto y medio.
De allí seguirían la “Carta abierta del Sr. Gabriel Whistle dirigida a la primera persona que la halle sobre el escritorio” de Pável Jáuregui y “Mataperros” de Alfieri Díaz. Claro que esto no pretende ser una crítica tipo Paz Esquerre o Saniel Lozano, sino que me baso en lo que yo busco en un cuento: “Que sea lo más entretenido posible para quedarse pegado”. En especial si el público objetivo es esta generación adicta a la brevedad de las redes sociales.
Por otro lado, hay autores cuyos cuentos elegidos no creo representen lo mejor de su producción. Me refiero a “Al otro lado de la puerta” de Santiago Merino, “Adiós machos” de Enrique Ríos Mercedes y “Atlas” de Alberto Zelada. La primera es una historia que empieza bacán pero se cae a la mitad, mucha vuelta para algo que se deja intuir. Mientras que la segunda exagera de hastío coloquial con la repetición de la palabra “machos” y un humor algo impostado; la tercera, por más que la releí no logró causarme ninguna impresión. Tres buenos narradores de los que hubiera preferido leer otros trabajos.
También están las clásicas historias de corte regionalista que toda antología provinciana suele aglomerar, lo cual no le resta mérito alguno a dichas narraciones. Curiosamente los más jóvenes de este libro son quienes apuestan por ello: Helkin Soria en “Cuca” y Jari Ordóñez con “El enamorado de la luna”. Ambas parecieran leyendas extraídas de la tradición oral de los lugares donde han nacido, pero claramente matizadas con su pluma y la del editor.
En ese mismo panorama están “Chicha” de Gerson Ramírez y “Los asesinos” de Yosset Bermejo.
Mención aparte para “Microbio” de Luis Cabos Yepes, un tributo al que debe ser el cuento más conocido escrito por un autor nacido en estas tierras: “Paco Yunque”. Buena elección ponerla al inicio, como afirmando una influencia del vate santiaguino (que sin haber sido un dichoso narrador logró colocar un cuento suyo en la lista de imprescindibles de la currícula escolar).
Hay dos relatos donde lo más probable es que sean tan cultos y técnicos que me perdí entre su genialidad y nivel literario: “Tres signos” de Pedro Diez Canseco y “Pantera” de Karina Bocanegra. Se agradece la variedad, aparte que están buenos para asustar a chibolos chancones.
Como en toda colección siempre hay yapas, bonus tracks o simplemente rellenos, hay tres narraciones que pienso fueron incluidas por cortitas y . . . como seguro sobraba espacio . . . “Aló” de José López Mauricio, “El sabio y el inspector” de Alejandro Benavides y “Engrapador” de Gonzalo Del Rosario. Una vez más ¡viva la diversidad! Ya que pienso es su única razón de ser en esta antología.
El par de historias que cierran “Cuento liberteño” me impresionaron sobremanera. Son de esas aves raras que demuestran que sin tanto concurso regional, auto-publicación y/o figuretismo difrazado de falsa modestia siempre habrá qué contar (y de qué manera, porque uno es músico y el otro profe): “El sueño de la princesa Xiao Yi” de Oscar Contreras y “Del Pai-An a la otra realidad” de Jorge Chávez Peralta.
El primero parece haber salido de alguno de esos libritos raros de leyendas orientales del profe Villacorta; y el segundo es un viajezote en San Pedro, tremenda alucinada que se metió el tío Chávez Peralta CSM: ¡Qué Hendrix, ni White rabbit!, ¡aquí tenemos a nuestro Aldous Huxley!
Omisiones: LEG -Luis Eduardo García- con su cuento del insecto en la oreja, aparecido algún lejano domingo en La Industria (aunque más proyectados son sus poemas), Jorge Hurtado “Woody” con el cuento que ganó la Feria del Libro del 2005 (que no he leído, pero imagino el por qué del arroz, fácil sea la misma razón por la que esta antología esté plagada de legionarios) y Carlos Tataje con el cuento finalista de la Feria del Libro 2007 (que tampoco he leído).
Otro que se hizo extrañar es el mismo Carlos Santa María, quien hubiera aportado con alguno de su centenar de cuentos reconocidos en los tantos concursos regionales que proliferan por estos lares.
Para concluir, palmas al trabajo de Casa Nuestra Editores por tan impecable acabado, y al mismo Carlos por esta apuesta tan variada y mejor editada. Aunque, si bien la portada es un merecido tributo al reciente desaparecido maestro Azabache, como que el caballito de totora lo siento tan usado en estas trujillanadas, tipo afiches de ferias de libro o campeonatos de surf . . . ¿no había otro óleo que representara a La Libertad en su “Panorama actual”?
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