“Somos como la Cuba luego del caso Padilla. Como la URSS de los gulags. Como la quema de libros por parte de los nazis. Como cuando Velasco censuró a Los Saicos. Como Nixon persiguiendo a Lennon”, dijo el narrador trujillano Gonzalo del Rosario. Mucho menos irónico, su paisano y poeta Jorge Hurtado prefirió lanzarse directamente a la yugular: “Esa institución, que tiene el rimbombante nombre de Centro Cultural de Trujillo, no representa a la colectividad ni a una élite intelectual, sino al criterio cerrado, mezquino, sometido a los poderes de turno y a la majadería delirante de la arrogancia más estúpida frente al arte y la cultura”.
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