GIMME SOME TRUTH
Lo que produce John Lennon cada 8 de diciembre es una apoteosis total. La madrugada de hoy en Trujillo, como cada año, se celebró el tributo a Lennon, y por supuesto a los Beatles. Tocaron bandas como los Perú Salvaje cuya interpretación de I want you (She’s so heavy) fue tan espectacular que parecía iban a destruir la casona. Lo mejor de la noche, sin palabras.
Y es que Lennon es más que un compositor excepcional, recordemos que escribió desde las baladas más puras como “Julia”, “Oh my love”, “Jealous guy” hasta las rayadas en LSD como “Tomorrow never knows”, “I am the walrus”, “Happiness is a warm gun” o “Revolution 9”, sin dejar de lado su visión ácida por la política en “Revolution”, “Working class hero” y “Gimme some truth”, pero bueno dirán: Todos los músicos tienen baladas, rayadas y temas políticos. Sí, pero a ver que intenten venderlos y colocarlos en el número 1 sin dejar de hacer arte, y más aun que continúen sonando luego de 40 años. Difícil. Sólo Los Beatles.
Y porque John Lennon es el rockstar por antonomasia. Si hay alguien de quien aprender cómo debe ser un artista, ése es John.
No obstante más allá de ser un gran músico, lo que mejor sabía hacer era meterse en problemas debido a su sarcasmo extremo. Ya sea entre sus amigos, la prensa, y en especial los gobiernos de turno del lugar que visitaba o habitaba.
Procedente de una familia clasemediera de Liverpool, se denominó como el working class hero, más por aborrecimiento a la corona que por ser un militante comprometido. Aunque tenía sus formas de protestar (mejor dicho, molestar) como en el número que Los Beatles protagonizaron durante el Royal Variety Show de 1963. Dicho evento fue organizado por la reina y transmitido en vivo a toda Inglaterra. Entonces John aprovechó para joder, fiel a su estilo, a aquellos seres que aborrecía: “Para nuestro último número, queremos su ayuda, la gente de los asientos más baratos síganos con las palmas . . . el resto de ustedes, sólo muevan sus joyas”. Cuando los VIP escucharon cómo discriminaba a “la gente de los asientos más baratos” lanzaron una risotada tremenda, la cual fue atenuada al momento de escuchar el gran final . . . luego quedaron mudos, la reina solamente rió palteada (la enfocaron).
Algo peor ocurrió en Filipinas. Al día siguiente de su presentación, la esposa del dictador Ferdinand Marcos invitó a Los Beatles a una cena de honor. Ellos (Lennon a la cabeza) se negaron puesto que era su día libre y no tenían ganas de hacer nada más que permanecer en su hotel (luego dijeron que nunca les había llegado la invitación formal). Cuando encendieron la televisión, vieron a una mujer histérica maldiciendo a Los Beatles y poniendo a la nación filipina en contra suyo a causa de aquel vergonzoso rechazo. No les quedó otra que huir del país antes de ser linchados por la turba. De regreso a Inglaterra, John expresó que se lo tenía merecido por corrupto y asesino (refiriéndose a Ferdinand Marcos; y no se equivocaba).
John no dejó de lado su odio hacia el poder y, en especial, a la reina. Con motivo de la intervención Británica en la guerra de Biafra (Sur de Nigeria) que dio muerte a más de un millón de Ibos, no se le ocurrió mejor manera para demostrar su desacuerdo que devolviendo la medalla de Sir concedida en 1965. El problema radicó en que había sido envuelta en papel higiénico. La corona británica no perdonó jamás aquel insulto y lo condenó al destierro. Para esto John ya había salido junto con Yoko de Inglaterra con destino a EE. UU. Para esto, el sueño ya había terminado.
El problema en Estados Unidos era Nixon, quien lo declaró enemigo número 1 de la nación por su activismo político de oposición a la guerra de Vietnam y defensa de Los Panteras Negras, aparte de su asolapado izquierdismo y el apoyo las marchas universitarias de protesta y los conciertos benéficos.
Esto le propició mantener al FBI espiando cada paso suyo, interviniéndole el teléfono y colocándole micrófonos por toda su casa. Al vencerse la visa, el gobierno no quiso renovársela. Entonces John Lindsay, alcalde de Nueva York, lo defendió.
Luego de 4 años en los tribunales, en 1975 la Corte de Apelaciones revocó la orden de deportación, aseverando que "los cuatro años de batalla de Lennon por permanecer en nuestro país testimonian su fe en este sueño norteamericano" ¡Ja!
La gran mayoría sólo recuerda a Lennon con su terno cantando “I wanna hold your hand” o en su piano junto a Yoko interpretando “Imagine”. En la actualidad hasta tocan su música en las iglesias, cuando en su momento quemaron sus discos por declarar que “Los Beatles eran más populares de Cristo”. Incluso Reagan afirmó que su muerte fue una “gran tragedia”.
Dicen que no hay muerto malo, no sé si John lo fue, pero que era un loco jodido que mantuvo en jaque a los grandes hasta salirse siempre con la suya, es un hecho.
Cada 8 de diciembre se comprueba. Y sé que así continuará . . .