He leído críticas a esta novela realizadas por “conocedores” no solo de literatura, sino especialmente de narrativa fantástica, terror o ciencia ficción. Debo subrayar que ninguna ha sabido calar en la esencia de Karma instantáneo para John Lennon de Arturo Delgado Galimberti (Mesa Redonda, 2012), debido a una sola razón, para leer, comprender y disfrutar de esta obra se debe ser beatlemaniaco al extremo.
Con esto quiero decir que antes de discutir sobre las bondades o falencias en el plano formal de esta creativa ucronía, se debe de conocer primero, y como mínimo, todos los álbumes oficiales (de estudio y compilatorios) de The Beatles, y poder recitar cada título de canción en el mismo orden de aparición, al igual que con lo lanzando en su etapa solista; y segundo, estar informado de la biografía oficial, además de las leyendas en torno al mito Beatle: si solo te gusta Yesterday o Imagine, y sigues creyendo que Lennon era un sosegado pacifista enamorado de la vida, fuiste.
Por otro lado, es tal el tributo que Delgado Galimberti rinde a los cuatro de Liverpool que ha escrito esta novela al estilo de un verdadero Paperback writer, esto quiere decir: abstenerse los amantes de aquella literatura difícil y hermética (Joyce o Faulkner, por citar ejemplos) que tanto ha aportado y aporta de cuando en cuando al ego culturoso de los snobs, porque este libro, como repito: si eres un conocedor de toda la discografía, biografía, contexto y mitos Beatles, podrás leerlo y comprenderlo fácilmente de un tirón.
Sin embargo, lo trascendente en esta novela no es cuánto sabe o no el autor sobre The Beatles, sino cómo ha utilizado esta información para armar una historia muy particular, que seguramente a muchos beatlemaniacos nos haya pasado por la cabeza alguna madrugada de vates y vinilos: ¿qué hubiera pasado si el asesinado en 1980 hubiera sido Paul McCartney y no John Lennon?
Para todos, en este plano de la realidad, Lennon será siempre la leyenda y el líder, y no hay marcha atrás, más allá de si sus canciones hayan alcanzado o no su grandeza, por eso Delgado Galimberti parece preguntarse a lo largo de la obra: ¿cuánto tuvo que ver aquella santificación con su triste asesinato en la puerta del Dakota building? Eso si tenemos en cuenta que, como sostiene el musicólogo y profesor del Conservatorio Nacional Juan Ahón, las composiciones de McCartney son superiores en calidad y apelan, por lo general, a la espectacularidad, “como el discípulo más aplicado del gran George Martin”.
#9 DREAM
El libro está dividido en nueve capítulos, y es justamente nueve (9) el número favorito de Lennon, sobre el cual se comenta en los párrafos finales. A su vez, llevan un título de canción (Strawberry Fields, Revolution 9, Two of us, etc.) o parte de una canción (People say I’m crazy, frase inaugural de Watching the wheels) u obra firmada por Lennon (el documental Rape); y se centran básicamente en dos personajes: un John Lennon de 69 años en el Nueva York del 2010, en plena crisis financiera de la actual era Obama; y la tristemente célebre existencia de Yukio Iwai, el beatlemaniaco asesino de McCartney, y de lejos el personaje más llamativo del libro.
En el primer capítulo I’m a loser, se describe a un Lennon introspectivo, arisco, abatido y sobre todo envidioso por la santificación de McCartney a raíz de su sangrienta muerte con una katana (espada japonesa) en el aeropuerto de Tokio, luego de su frustrada última gira con Wings, o sea en la cúspide de su carrera y en medio del clamor de sus fanáticos.
Este Lennon también vive a la sombra de un silencio musical tras su mediático divorcio de Yoko Ono en el 2000. Por ello, las primeras preguntas de Jools Holland durante la presentación de su nuevo álbum Across myself y su primer sencillo Fuck You, Rock ‘n Roll, son contundentes:
“Es verdad, sir Lennon, que necesitó todo este tiempo para superar el divorcio con Yoko Ono y volver al estudio de grabación?” (13) Y: “Sir John, si me permite una pregunta espinosa: ¿cree que la trágica muerte de su excompañero musical, Paul McCartney, haya incidido negativamente en la percepción poco entusiasta que la crítica tiene de su carrera como solista?” (14-15)
Este par de interrogantes plantea de manera directa cual era la lúgubre situación de Lennon en esta ucronía donde McCartney es asesinado también en 1980, pero no en diciembre sino en enero, y su asesino es un japonés llamado Yukio, nombre que no deja de sonar a Yoko, la japonesa y viuda eterna de Lennon en este plano de la realidad. Todo como un juego de espejos.
ALL I WANT IS THE TRUTH
Sin embargo, ante un Lennon musicalmente frustrado Delgado Galimberti practica una serie de reivindicaciones, comenzando con la aparición de su viejo amigo de la época de artista comprometido: Tariq Ali, el mismo que solía entrevistarlo para el diario trotskista Red Mole cuando se sumaba a las marchas en contra de la guerra de Vietnam, con las cuales se ganó el afecto y respeto de la juventud rebelde de fines de los sesentas y comienzos de los setentas; y el repudio de la gestión Nixon, que hizo hasta lo imposible (queda un grueso expediente del FBI) por deportarlo.
Previo a este encuentro, Lennon había sido convocado por Michael Moore para su documental Capitalism: a love story, porque “era una persona influyente en el rock y su palabra aún era escuchada con reverencia por jóvenes provenientes de los sectores underground” (49). Estas últimas declaraciones tuvieron la resonancia suficiente para ser invitado por el partido Refundación y Revolución estadounidense a liderar la manifestación por la libertad del dirigente trotskista Tariq Ali, acusado sin pruebas de colaboración con Al Qaeda, que se concentraría fuera de los estudios Mtv, la noche de su homenaje como leyenda viviente (Mtv Icon).
Lennon, aunque sabía que sus reclamos eran justos y nunca renegó de su discurso contrario al status quo (como demostraba el documental de Moore), respondió de manera negativa, aduciendo que sus días de encabezar marchas habían terminado. Su opinión cambia tras escuchar al escritor latinoamericano Gianetti (¿Delgado Galimberti y/o Juan Carlos Onetti?) presente en aquella reunión secreta: “Es una lástima que no pueda acompañarnos en la marcha de mañana (…) Siempre admiré en usted su temple de luchador por las causas justas, mister Lennon. Algo que lo distinguió positivamente por encima de su amigo McCartney, quien a veces pecó de una imagen muy afín al acomodo burgués” (109).
Con este golpe directo al ego de un rockero desesperado Delgado Galimberti nos recuerda algo que al parecer ha sido olvidado por todos esos poseros diske fanáticos de Lennon: que John en su tiempo fue de las primeras súper estrellas comprometidas con su problemática social, esos artistas que los gobiernos siempre intentarán censurar por sus mensajes de protesta tan bien acogidos por la juventud. ¿A qué poderoso capitalista le gustará escuchar en las radios: “imagina un mundo sin posesiones”?
GOD IS A CONCEPT
La siguiente aparición (o reivindicación) y la que más se interna dentro de los fueros fantásticos es la de Alexis Mardas o Magic Alex, artista-científico-freak, viejo amigo y colaborador de The Beatles en la aventura de Apple, quien se presenta ante Lennon cuando este descansaba solitario una noche sobre la grama del West Central Park.
Aquí le anuncia que con su conversación estaba comprobando la teoría de que el universo no es lineal sino que se bifurca en infinitas historias, ya que “el John Lennon que yo conocí fue asesinado en 1980” (96). Después le explica que “a comienzos del siglo XXI se había construido una colosal máquina denominada el Gran Colisionador de Hadrones, que fue la base para que este año Mardas y un grupo de científicos crearan el primer Teletransportador Aleatorio al Multiverso, mediante el cual pudo atravesar un ‘agujero de gusano’ en el espacio que lo conectó con una suerte de cosmos alterno que era, por decirlo así, el revés del espejo de donde procedía” (97).
Por lo tanto, cuando en el universo de esta novela McCartney era asesinado en Japón, en nuestra realidad regresaba ileso a Inglaterra, pero el costo de esa sobrevivencia en el otro mundo era el asesinato de John Lennon meses después al pie del Dakota building. Un Lennon absorto escuchaba a su viejo amigo que antes de regresar a nuestra dimensión le regaló El hombre en el castillo de Philliph K. Dick, novela que cuenta la historia de un mundo donde nazis y japoneses ganaron la segunda guerra mundial y dividían a Estados Unidos como junto a la Unión Soviética estos se repartieron Alemania.
Es notable el tributo. Sin embargo, ¿no hubiese sido más siniestro regalarle también alguna biografía del John Lennon de nuestra dimensión, además del mismo libro de Delgado Galimberti?
THEY'RE GOING TO CRUCIFY ME
La reivindicación final, y mi favorita, es la del Mtv Icon. Este concierto tributo a Lennon marca el momento culminante de la novela: en los camerinos se prepara una verdadera súper banda conformada por “el líder de Motorhead, Lemmy Kilmister, en el bajo; Eric Clapton en la guitarra solista; Johnny Marr, ex The Smiths, en la guitarra rítmica; y el baterista de Deep Purple, Ian Paice” (124), junto a quienes Lennon nunca llegaría a interpretar los temas de su último álbum.
En cambio quienes sí se mandan con un repertorio espectacular son los “teloneros” invitados: Neil Young y Crazy Horse arrancarían el show tocando Cold Turkey (single de 1969 incluido en Shaved Fish, 1974) y Everybody’s got something to hide except for me and my monkey (The Beatles, 1968), seguidos por Black Francis y su middle del Abbey Road (1969), Mean Mr. Mustard y Polythene Pam.
Los poseros infaltables de U2 tocarían, para variar, New York City desde su etapa comprometida del Some Time in New York City (1972) y Bob Dylan (puedo imaginar el tonito de su voz), Norwegian Wood (Rubber Soul, 1965), para que Roger Waters (esto sí quisiera escucharlo) entonara Nobody loves you (when you’re down and out) del Walls and Bridges (1974), previa a la irrupción de Jack White (otro gran acierto) y su versión de Yer Blues (White Album, 1968); y Kim Deal & The Breeders con Gimme Some truth (Imagine, 1971) e Isolation (Plastic Ono Band, 1970).
Siouxsie & The Banshees “hipnotizaron a la audiencia” con Dear Prudence (The Beatles, 1968) y Mick Jagger puso a todos a bailar con Hey Bulldog (Yellow Submarine, 1969); cerró Patti Smith en el mantra pop psicodélico Tomorrow never knows (Revolver, 1966).
Creo que con esto queda clara la trascendencia de John Lennon para la música contemporánea. Si bien no habrá sido un adicto a liderar las listas del Billboard como el McCartney solista o, más cerca, en su época Beatle, no se podrá negar que entregó por entero su música a la honestidad, el minimalismo y la vanguardia, no en vano Bowie aparece en esta novela como su socio y mejor amigo.
Lennon, en otras palabras (y esto no es un secreto), es el abuelo espiritual de indies, alternativos, grunges, new waves y brit popers; y padre putativo de punks y art rockers. Si uno se detiene en temas como Well, Well, Well (Plastic Ono Band, 1970) prácticamente escuchas la voz Kurt Cobain con el acompañamiento de The White Stripes. De allí que me atrevo a sugerir que faltó Oasis, quienes podrían haber interpretado Rain (single incluido en Past Masters vol. 2, 1988) o She said, she said (Revolver, 1966), aunque se entiende que para el 2010 ya se habían separado… ¿y esto no era un espejo? Quizás en la novela continuaban tocando o como acotó el ilustrador de El Otorongo de Perú 21 Carlos Lavida, “fácil no eran tan fans de Lennon sino de McCartney”.
En este Mtv Icon también podrían haber participado The Vines interpretando Julia y Radiohead, Happiness is a warm gun, ambos temones del White album de 1968, junto a Black Sabbath con I want you (she’s so heavy) del Abbey Road (1969) y los Beastie Boys, I am the walrus (Magical Mystery Tour/1967).
Solo con este conciertazo se conseguía un final apoteósico, sin embargo el autor quiso aportar al drama y reivindicar a la leyenda convirtiéndolo en un “jodido mártir”. Luego de interpretar solo y unplugged el tema de Paul, Some people never know (Wild life, 1971) obviando a su grupo de apoyo, John se dirigió al público: “Alguien se ha preguntado por qué MTV homenajea esta noche a John Lennon? Yo sí, y sinceramente no tengo la mínima puta idea”. Acto seguido se manda con un discurso contra esta transnacional e insta a los músicos a unirse a la manifestación.
Algo creíble para la personalidad borderline de Lennon, no obstante me parece que fue demasiado rápido, quizás se pudo desarrollar mejor el suspenso, no ser tan seco narrando un suceso que merecía mucho tino para finalizar magistralmente una novela harto creativa. Por lo demás es plausible la forma en que Lennon se va: de un balazo por un desconocido entre la multitud cuando cruzaba la cerca que lo separaba de la marcha. Su destino de mito siempre será el mismo en cualquier plano dimensional. Aquel parece ser el mensaje.
YOU ARE MY WEAKNESS
Quiero culminar esta reseña refiriéndome al personaje que se lleva el libro: Yukio Iwai, el asesino de McCartney. Una historia de locura y frustración típica de la literatura japonesa. En los capítulos People say I’m crazy, Look at me y Paperback writer se teje una trama paralela que busca rendirle tributo (de paso) a Kenzaburo Oe, Yasunari Kawabata, Yukio Mishima, Ryūnosuke Akutagawa y, por qué no, a Haruki Murakami, indefectiblemente asociado al tema Beatle por su best seller Tokio blues (Norwegian Wood).
Yukio es testigo desde su infancia del ascenso y caída de su padre con el negocio de artículos sobre The Beatles. Este acontecimiento lo marca, especialmente por la partida de la madre con su amante y el posterior suicidio de su padre, todo tras la disolución de los cuatro de Liverpool.
He aquí donde la mitología Beatle toma forma de venganza. La leyenda urbana de Paul is dead afirma que McCartney murió en un accidente con su auto en 1966, pero como estaban en plena cúspide fue reemplazado por el actor William Campbell, quien se supone es el Paul que hasta ahora sigue vivo en nuestro plano de la realidad (sí, el mismo que tocara en Perú el 2011).
Como prueba los Beatles sobrevivientes dejaron innumerables pistas que muchos cuentan incluso desde la portada del Rubber Soul (1965) en adelante, aunque las más notorias y conocidas sean las del Sgt Pepper’s (1967), White Album (1968) y Abbey Road (1969). Detenerme a explicar pista por pista sería repetitivo, pueden encontrar cientos de ellas googleando “Paul is dead”.
De esta forma llegamos a la parte mejor elaborada y más creíble de las dos historias alternas, digo esto porque el estilo periodístico juega un rol primordial, por más que lo narrado no sea más que ficción, imaginación delicadamente estructurada. El vertiginoso diálogo entre el reportero del Daily Mail, Richard Lear, y Yukio Iwai en el Templo del Pabellón Dorado es un notable viraje de la trama hacia el universo de las tesis conspirativas, como constata el magnicida:
“Los Beatles son la expresión más acabada del Imperio occidental y su política de colonialismo cultural (…) Supongo que estará enterado de los informes del Club Bilderberg. Sabrá, por supuesto, que un grupo de magnates y estadistas se confabularon para imponernos la beatlemania en todos los confines del mundo con la asesoría musical de un teórico supuestamente marxista, pero que en verdad era un espía burgués muy sofisticado, me refiero al doctor Theodor Adorno” (75).
Yukio Iwai repitió y sustentó hasta aquella entrevista final que a quien había aniquilado era William Campbell, no Paul McCartney, el cual fuera asesinado en 1966 por ser el primero en descubrir y oponerse a esta farsa (ello explicaba el suicidio de Brian Epstein en 1967, debido al remordimiento). En resumen, su móvil fue revelarle al mundo la gran mentira de la beatlemania, gestada desde los grupos de poder.
Un libro creativo por donde se lo vea, que a los beatlemaniacos de corazón seguramente gustará o, en última instancia, entretendrá durante cualquier viaje largo que realicen, pues como buen paperback fusiona suspenso, novela policial, conspiraciones, fantasía, ciencia ficción y está plagado de iconos y referencias a la cultura pop, pero de forma especial nos recuerda la vigencia del mensaje de John Lennon para un mundo que pide a gritos artistas verdaderos o mártires.
Well well well, oh well …