sábado, agosto 30, 2014
sábado, julio 19, 2014
"La caza del hombre en el Perú"
Uno de los libros más excéntricos, disparatados e irreverentes de la narrativa peruana sobre la violencia política es “CIA Perú, 1985. Una novela de espías” de Alejandro Neyra. Esta obra ganadora del Premio de la Cámara Peruana del Libro 2012, en contraste con el oscuro humor que destila cada capítulo, nos sumerge en el Perú de mediados de los ochentas, con sus personajes políticos y escenarios de desolación, haciendo gala de una impecable documentación histórica, posible gracias a la labor de diplomático de su autor. Este año presentó dicha novela en la Feria del Libro de Trujillo, desde donde nos dejó esta entrevista.
¿Qué te motivó a unirte al “gremio de los autores peruanos que han abordado el tema de la violencia política en sus novelas”?
Para comenzar, es algo con lo que lidiamos todos los de mi generación: nací en 1974 y para 1985 (año en que se enmarca la novela) era un niño que estaba creciendo en la peor época de violencia sufrida por el Perú. Es imposible ser ajeno a ello, te marca; pero no solo la violencia, también la crisis económica y política. Sin embargo, no tenía muy en claro escribir sobre este tema en específico, porque casi siempre lo mío son los cuentos de humor y fantasía, tomando como centro a los peruanos, debido a que estuve fuera un buen tiempo.
Desde el primer capítulo se menciona al escritor francés de novelas de espionaje Gérard de Villiers con su libro de 1985: Chasse àl'homme au Pérou (“La caza del hombre en el Perú), ¿cuánto ha aportado esta obra a tu libro?
La novela de Gérard de Villiers trata de un espía austriaco, MalkoLinge, quien llega a Perú en 1985 con la misión de atrapar a Abimael Guzmán. Luego pasa lo que pasa en todas las novelas de espías: mucha violencia y mucho sexo. Entonces imaginé qué hubiera sucedido si un espía, a lo James Bond, hubiese llegado al Perú en 1985. Esto me causaba gracia porque era imposible que realizara su misión, de manera tan eficiente, como este tipo que en dos semanas capturó a Abimael Guzmán.
No obstante, me situé en la época en que viví. Tenía diez u once años para 1985 y me acordaba de todo, aunque también indagué en el Informe final de la Comisión de la Verdad y Reconciliación para revisar la cronología: aquel año vino el Papa Juan Pablo II para visitar Ayacucho, Iquitos, Trujillo y otras ciudades; como me gustaba la política desde muy niño, me acuerdo de las elecciones donde participó Alan García contra “Frejolito”; además, recuerdo perfectamente cómo vivíamos: en la escasez de comida, sin agua, con apagones y todas las carencias de un país en guerra y con una crisis económica espantosa.
Por la agilidad con que refieres hechos tan duros, tu novela me trajo a la memoria “Soldados de Salamina” de Javier Cercas, que es casi una “lección de historia sobre la guerra civil española para dummies”, ¿fue similar tu propósito al apelar al humor para recontar esto de una manera más ligera?
Si elegí el humor y un lenguaje sencillo era porque pensaba: ¿qué le enseñan a los chicos ahora? Había visto por Internet, durante mi estadía en Estados Unidos, que mostraban por las calles el rostro de Abimael Guzmán preguntando: ¿saben quién es él? Y los jóvenes respondían cualquier cosa o que no sabían.
Entonces me pregunté: ¿dónde estamos viviendo? Por eso Movadef se está metiendo tan fácil a las universidades donde imparten un discurso que pretende limpiarle la cara a Sendero Luminoso con un rollo que me parece totalmente condenable y falso.
Esto me parece muy triste, y aunque no creo en las novelas morales, pienso que las buenas obras literarias deben dejarte algo, en este caso: recuperar la memoria; y la forma más sencilla que encontré fue incluyendo en una novela corta y ligera acontecimientos que marcaron nuestra historia, pero usando un lenguaje que cualquiera pueda comprender. Si alguien escribe literatura demasiado compleja, yo mismo tengo mis reparos: a mí me gusta leer, pero para divertirme.
No obstante, pienso el fuerte de tu novela radica en aquel juego malicioso entre ficción y realidad / humor y seriedad, como sucede durante la cita entre MalkoLinge y Augusta La Torre, cuando el espía austriaco seduce a la entonces esposa de Abimael Guzmán. ¿Qué pretendías con esto?
Aún no se ha esclarecido cómo muere Augusta La Torre, y la versión oficial de Sendero es que estaba enferma y se dejó morir. No se quiso tratar para que no la descubrieran y desestabilizaran al Partido, por eso la consideran una mártir.
Para comenzar, es algo con lo que lidiamos todos los de mi generación: nací en 1974 y para 1985 (año en que se enmarca la novela) era un niño que estaba creciendo en la peor época de violencia sufrida por el Perú. Es imposible ser ajeno a ello, te marca; pero no solo la violencia, también la crisis económica y política. Sin embargo, no tenía muy en claro escribir sobre este tema en específico, porque casi siempre lo mío son los cuentos de humor y fantasía, tomando como centro a los peruanos, debido a que estuve fuera un buen tiempo.
Desde el primer capítulo se menciona al escritor francés de novelas de espionaje Gérard de Villiers con su libro de 1985: Chasse àl'homme au Pérou (“La caza del hombre en el Perú), ¿cuánto ha aportado esta obra a tu libro?
La novela de Gérard de Villiers trata de un espía austriaco, MalkoLinge, quien llega a Perú en 1985 con la misión de atrapar a Abimael Guzmán. Luego pasa lo que pasa en todas las novelas de espías: mucha violencia y mucho sexo. Entonces imaginé qué hubiera sucedido si un espía, a lo James Bond, hubiese llegado al Perú en 1985. Esto me causaba gracia porque era imposible que realizara su misión, de manera tan eficiente, como este tipo que en dos semanas capturó a Abimael Guzmán.
No obstante, me situé en la época en que viví. Tenía diez u once años para 1985 y me acordaba de todo, aunque también indagué en el Informe final de la Comisión de la Verdad y Reconciliación para revisar la cronología: aquel año vino el Papa Juan Pablo II para visitar Ayacucho, Iquitos, Trujillo y otras ciudades; como me gustaba la política desde muy niño, me acuerdo de las elecciones donde participó Alan García contra “Frejolito”; además, recuerdo perfectamente cómo vivíamos: en la escasez de comida, sin agua, con apagones y todas las carencias de un país en guerra y con una crisis económica espantosa.
Por la agilidad con que refieres hechos tan duros, tu novela me trajo a la memoria “Soldados de Salamina” de Javier Cercas, que es casi una “lección de historia sobre la guerra civil española para dummies”, ¿fue similar tu propósito al apelar al humor para recontar esto de una manera más ligera?
Si elegí el humor y un lenguaje sencillo era porque pensaba: ¿qué le enseñan a los chicos ahora? Había visto por Internet, durante mi estadía en Estados Unidos, que mostraban por las calles el rostro de Abimael Guzmán preguntando: ¿saben quién es él? Y los jóvenes respondían cualquier cosa o que no sabían.
Entonces me pregunté: ¿dónde estamos viviendo? Por eso Movadef se está metiendo tan fácil a las universidades donde imparten un discurso que pretende limpiarle la cara a Sendero Luminoso con un rollo que me parece totalmente condenable y falso.
Esto me parece muy triste, y aunque no creo en las novelas morales, pienso que las buenas obras literarias deben dejarte algo, en este caso: recuperar la memoria; y la forma más sencilla que encontré fue incluyendo en una novela corta y ligera acontecimientos que marcaron nuestra historia, pero usando un lenguaje que cualquiera pueda comprender. Si alguien escribe literatura demasiado compleja, yo mismo tengo mis reparos: a mí me gusta leer, pero para divertirme.
No obstante, pienso el fuerte de tu novela radica en aquel juego malicioso entre ficción y realidad / humor y seriedad, como sucede durante la cita entre MalkoLinge y Augusta La Torre, cuando el espía austriaco seduce a la entonces esposa de Abimael Guzmán. ¿Qué pretendías con esto?
Aún no se ha esclarecido cómo muere Augusta La Torre, y la versión oficial de Sendero es que estaba enferma y se dejó morir. No se quiso tratar para que no la descubrieran y desestabilizaran al Partido, por eso la consideran una mártir.
La otra versión, totalmente plausible, es que surgieron una serie de celos entre Elena Iparraguirre (actual pareja sentimental de Abimael Guzmán y dirigente de Sendero Luminoso), y Augusta La Torre (primera esposa de Abimael Guzmán, fundadora y dirigente de Sendero Luminoso), quienes se enfrentaron; y con o sin la anuencia de Abimael Guzman, Elena Iparraguirre mandó a matar o asesina a Augusta La Torre.
Con esta temática podrías hasta escribir un bestseller sobre conspiraciones…
Una de las cosas más curiosas que me pasaron fue cuando me escribió un tipo de Finlandia para decirme: me gustaría leer su novela porque veo que habla de la CIA y el Perú, luego me preguntó si había leído “CIA-Sendero Luminoso: guerra política” de AndreoMatias, que es una teoría de la conspiración al máximo con un estudio casi antropológico de 180 páginas donde el autor, que escribe bajo seudónimo, postula que Sendero Luminoso fue una creación de la CIA, porque afirma que lo que pasó en Perú es casi un calco de lo acaecido en Camboya con Pol Pot.
Esto debido a que Sendero Luminoso es un movimiento atípico, mesiánico, supuestamente comunista, que pretende desestabilizar el país, pero a la vez es raro ya que no busca tomar el poder inmediatamente. Movimientos para desestabilizar países donde hay miedo que el comunismo gane son típicos de la CIA. Su conclusión, un poco extraña, es que Sendero Luminoso era financiado por la CIA.
Estamos hablando del fin de la guerra fría que para la CIA fue la época más complicada y donde metieron plata por todos lados: estaban como locos para que el comunismo no gane, aunque esto último si está completamente comprobado (Afganistán). Sin embargo, no he encontrado nada que compruebe que la CIA intervino directamente en el Perú. Aunque sí hay muchos informes de inteligencia sobre el Perú.
Mi novela intenta mostrar los hechos de manera sencilla para que cualquiera pueda entretenerse leyéndola, pero que al final le queden varias dudas sobre la muerte de la camarada Norah y la intervención de la CIA. Si a alguien le llega a gustar la novela, quiere decir que he cumplido mi cometido.
Entrevista publicada aquí:
http://www.enprosayenverso.com/2014/07/caza-al-hombre-del-peru-una-entrevista.html
Con esta temática podrías hasta escribir un bestseller sobre conspiraciones…
Una de las cosas más curiosas que me pasaron fue cuando me escribió un tipo de Finlandia para decirme: me gustaría leer su novela porque veo que habla de la CIA y el Perú, luego me preguntó si había leído “CIA-Sendero Luminoso: guerra política” de AndreoMatias, que es una teoría de la conspiración al máximo con un estudio casi antropológico de 180 páginas donde el autor, que escribe bajo seudónimo, postula que Sendero Luminoso fue una creación de la CIA, porque afirma que lo que pasó en Perú es casi un calco de lo acaecido en Camboya con Pol Pot.
Esto debido a que Sendero Luminoso es un movimiento atípico, mesiánico, supuestamente comunista, que pretende desestabilizar el país, pero a la vez es raro ya que no busca tomar el poder inmediatamente. Movimientos para desestabilizar países donde hay miedo que el comunismo gane son típicos de la CIA. Su conclusión, un poco extraña, es que Sendero Luminoso era financiado por la CIA.
Estamos hablando del fin de la guerra fría que para la CIA fue la época más complicada y donde metieron plata por todos lados: estaban como locos para que el comunismo no gane, aunque esto último si está completamente comprobado (Afganistán). Sin embargo, no he encontrado nada que compruebe que la CIA intervino directamente en el Perú. Aunque sí hay muchos informes de inteligencia sobre el Perú.
Mi novela intenta mostrar los hechos de manera sencilla para que cualquiera pueda entretenerse leyéndola, pero que al final le queden varias dudas sobre la muerte de la camarada Norah y la intervención de la CIA. Si a alguien le llega a gustar la novela, quiere decir que he cumplido mi cometido.
Entrevista publicada aquí:
http://www.enprosayenverso.com/2014/07/caza-al-hombre-del-peru-una-entrevista.html
lunes, junio 09, 2014
Censura en Trujillo, di?
Pensé que era broma cuando me lo dijo, pero el gran Czar Gutiérrez (aka 80M84RD3R0) cumplió su cometido:
“Somos como la Cuba luego del caso Padilla. Como la URSS de los gulags. Como la quema de libros por parte de los nazis. Como cuando Velasco censuró a Los Saicos. Como Nixon persiguiendo a Lennon”, dijo el narrador trujillano Gonzalo del Rosario. Mucho menos irónico, su paisano y poeta Jorge Hurtado prefirió lanzarse directamente a la yugular: “Esa institución, que tiene el rimbombante nombre de Centro Cultural de Trujillo, no representa a la colectividad ni a una élite intelectual, sino al criterio cerrado, mezquino, sometido a los poderes de turno y a la majadería delirante de la arrogancia más estúpida frente al arte y la cultura”.
Más info acá: http://www.revistavelaverde.pe/trujillo-invisible/
domingo, junio 01, 2014
domingo, mayo 11, 2014
Radiohead - True Love Waits
I’ll drown my beliefs
To have your babies
I’ll dress like your niece
And wash your swollen feet
Just don’t leave
Don’t leave
I’m not living
I’m just killing time
Your tiny hands
Your crazy kitten smile
Just don’t leave
Don’t leave
And true love waits
In haunted attics
And true love lives
On lollipops and crisps
Just don’t leave
Don’t leave
Just don’t leave
Don’t leave
I’ll dress like your niece
And wash your swollen feet
Just don’t leave
Don’t leave
I’m not living
I’m just killing time
Your tiny hands
Your crazy kitten smile
Just don’t leave
Don’t leave
And true love waits
In haunted attics
And true love lives
On lollipops and crisps
Just don’t leave
Don’t leave
Just don’t leave
Don’t leave
domingo, abril 20, 2014
Hay, hermanos, muchísimo que dibujar (Entrevista a Carlos Lavida para Revista MAS)
Trujillo ya ha tenido el honor de apreciar el material incluido en este libro. “Vallejito. Versos de humor” del artista Carlos Lavida fue seleccionado para integrar una exposición tributo a la vida y obra de César Vallejo realizada el año pasado en El Cultural.
Aunque la idea surgió como parte del fugaz fanzine limeño “Cadáver exquisito” (2009), la editorial Altazor de Ayacucho decidió apostar por el humor gráfico y lanzar el tercer libro del popular Lavida este 2014. Mejor que nos cuente él mismo de qué va esta nueva obra:
G (Gonzalo): Con “Las moscas no vuelan de noche” (Contracultura, 2010) te despediste del gran Ed Hibert; en “Tren de ficción” (Contracultura, 2012) mostraste el lado más íntimo de Carlos Lavida, ¿qué es lo que buscas ahora con “Vallejito” (Altazor, 2014)?
C (Carlos): Con “Vallejito”, en primer lugar, pensé en un tipo de humor que casi no se ha explorado: el que está inmerso en la poesía y más particularmente en la de Vallejo. Es mi primer libro de humor gráfico y me alegra que sea algo totalmente distinto a lo que vengo trabajando en diarios, que es el humor político y social. En segundo lugar, lo que espero es acercarle a gente más joven, incluso niños, el personaje de César Vallejo. Esto es algo que surgió en el proceso, no lo había pensado, porque mi público inicial era gente que leía poesía.
G: Yo me he reído leyendo el libro, tú te debes haber reído mucho dibujando cada viñeta, pero siendo sinceros, ¿crees que alguien más pueda entender estos chistes aptos solo para vallejianos? Y encima vallejianos nada ortodoxos…
C: Ese fue uno de los retos para mí, porque tenía un personaje fuertemente enraizado en el corazón de sus lectores más solemnes; y, posiblemente, no iban a recibir con tanta facilidad estas viñetas; es por eso que decidí que sea un niño, no el poeta adulto. Una buena prueba fue publicar algunos dibujos en Facebook, ahí pude ver que la gente conocía bastante de Vallejo y que disfrutaba mucho de mi interpretación. También sabía que había un número limitado de versos y títulos que la gente podía identificar, por eso el libro es de 50 páginas y no de 100, no quería agotar cosas como “Estruendomudo” o “Hay golpes en la vida”… así como tampoco quise parodiar frases menos conocidas entre los lectores al paso. Me parece, sin embargo, que cualquier peruano con educación regular debe haber leído al menos un par de libros del vate, lo suficiente para entender la mayoría de lo que he publicado.
G: Entonces, ¿consideras que “Vallejito” sería una forma muy didáctica de acercar a los niños, estudiantes de colegios e incluso docentes a la, tantas veces resistida, obra de César Vallejo?
C: Si, definitivamente, esa sería la mejor recompensa que podría sacar de este libro. En realidad a mí me hubiese gustado mucho tener un acercamiento así de chico. En el colegio no me hablaron mucho de Vallejo, era un colegio muy católico, quizás por eso.
G: ¿La sección “Encuentros” (Vallejito jugando con sus “pequeños amigos”: Martín Adán, Vargas Llosa, García Márquez, Cortázar, Kafka o Scorza) es una muestra de lo que vendrá a futuro?
C: No planeo sacar una continuación; sin embargo, algunos encuentros quedaron pendientes y posiblemente los cuelgue de forma virtual. Esa es la parte que más me gusta del libro y seguramente vaya inquietar la imaginación de algunos lectores, pero que ellos sean quienes creen sus propios encuentros.
G: Una gran parte del país admira y respeta tu obra como ilustrador en el “dream team” del humor político peruano: el suplemento El Otorongo de Perú 21. ¿Cómo vives esta fama? Ya que quizá no te persigan como a un Beatle, pero de seguro todos hemos compartido alguna vez tus viñetas salpicadas de humor negro en nuestro muro de Facebook…
C: (Risas) No creo que a ningún humorista lo quieran perseguir como a Los Beatles, lo que hay es a veces un reconocimiento mediático en las redes, pero es sobre nuestros trabajos. Si voy por la calle no me reconocen ni mis primos, eso solo les pasa a los músicos o a los actores de “Al fondo hay sitio”. Quizás ahora que estoy publicando a diario en Gestión me persiga algún político, pero con cartas notariales (más risas).
Lea la nota en la web de la Revista Mas
miércoles, abril 16, 2014
domingo, marzo 23, 2014
domingo, febrero 09, 2014
sábado, febrero 01, 2014
viernes, enero 03, 2014
Apuntes sobre la "vertiente tonera" de la novela latinoamericana
La idea que suele tener la gente de otros continentes acerca de nuestra Latinoamérica, es la de un lugar en permanente fiesta. Si recordamos las imágenes del eufórico carnaval de Río, la salsa de las noches en La Habana y las iniciaciones etílicas en Tijuana, no podríamos quejarnos. Por ello, gran parte de las novelas publicadas por latinos, a través de diferentes generaciones, han demostrado que no solo de realismo mágico y/o social se ha escrito siempre en esta parte del mundo.
Sin duda, el padre de esta “vertiente tonera” de la literatura latinoamericana es Tres tristes tigres (1967) de Guillermo Cabrera Infante, quien afirmó que esta novela “debe leerse de noche, porque el libro es una celebración de la noche tropical”. En tal sentido, TTT nos sumerge y nos pierde en las juergas de La Habana previa a la revolución de Castro y el “Che” Guevara, en un estilo depurado que juega con el “idioma cubano” hasta los límites más ininteligibles y confusos:
“y pedimos la comida.
Bustrofrijoles dijo Bustrofedón dijo él mismo Con arroz blanco traté de decir yo pero él dijo Bustrofilete dijo Bustrophedón-té dijo Bustrófedon dijo Bustrofricasé dijo Bustrofabio ay dolor bustrosfueron en un tiempo, dijo, porque era él siempre quien habló y lo dijo todo mirando al camarero cara a cara (o caracara), frente a frente, mirándole los ojos, los dos, porque todavía sentado era más alto que el otro de manera que se encogió un poco, generoso, y cuando terminamos pidió el postre también para todos. Todositario. Bustroflán, dijo y luego dijo, Bustrófeca y yo me metí por fin por medio rápido y dije, Tres cafés, pero al tratar de decir, fino, Por favor, dije Forvapor o forpavor, no sé y no sé tampoco cómo salimos sin acusarnos alguien de terroristas por la implosión y la explosión y el estruendo de las rosas, risas, y cuando trajeron el café, antes, y lo tomamos y pagamos y salimos del restaurando ya íbamos cantando las Variaciones Quistrisini (copyright, Boustrophedon Inc) de esa Cantata de Café que fue Bustróffenbach quien La compuso” (pág. 217-218)
Sin un aparente protagonista, se entrelazan pasajes de la vida de un grupo de jóvenes artistas pertenecientes a la farándula cubana, quienes comparten noches y sus madrugadas entre bataclanas, gánsteres y cantantes geniales en busca de reconocimiento, como la Freddy, “la voz del sentimiento”, o la Estrella de la sección Ella cantaba boleros, quien prácticamente hace el soundtrack.
Esta obra, ganadora del Premio Biblioteca Breve de Seix Barral 1964 como Vista del amanecer en el trópico, no sería publicada hasta 1967 para luego ser declarada prohibida en Cuba por “contrarevolucionaria” y su autor acusado de traidor; para esto G. Caín ya residía en Londres, donde, entre otros trabajos, escribió el guión de la película Wonderwall (1968), cuya banda sonora estuvo a cargo de George Harrison. Siempre entre la gente.
SALSA DURA Y ROCK AND ROLL
Una década después, mientras el colombiano Andrés Caicedo se suicidaba su novela ¡Que viva la música! (1977) era elevada al nivel de culto. Dicha obra, narrada en primera persona, abarca el descenso a los infiernos de una bella y rubia adolescente perteneciente a la alta sociedad de Cali.
Esto se da cuando enamorada de un joven guitarrista, aspirante a estrella de rock, es jalada por el camino de la cocaína, las orgías y el acido lisérgico. Luego de dejarlo, se vuelve pareja de un tipo un tanto más divertido, quien la traslada a través de eufóricas noches de salsa en vivo y la mejor marihuana; para terminar acompañando a un pandillero púber con el cual se interna en la selva buscando hongos alucinógenos y ejerciendo todo tipo de violencia y sadismo contra turistas gringos. Sobre el final se incluye la discografía que destaca una gran cantidad de canciones firmadas por La Fania y The Rolling Stones.
“Le pedí la jeringa al gordo; me la alcanzó, y dije, fuerte: "bueno, a ver: ¿quién va primero?". "Mí —dijo el otro, medio calvo, de pelo como techo de paja—. La nieve es mía". (…) Estás bien armado, Jim —dijo Robertico, haciéndosele la boca agua—. Recorrido ful". Y luego a mí: "Anda, chúzalo".
Puse cara de enfermera nazi y me acerqué, filuda y reluciente. Hice dos amagues y ensarté, quebré la primera piel, penetré suave en el paciente gusanito, hice empujaditas sabrosas mientras Robertico decía: "suave, suave", y Jim: "más, más", y yo pensaba: "¿rico, papito?". Hasta que un soplido como de cabra detrás de mí me hizo vacilar y el gringo se quejó. Yo le saqué la aguja y voltié a ver. Era Leopoldo que se daba otro pase. El gringo cayó al suelo, abrazado a su placer y su piquiña, y la siguiente canción se puso a dar saltos y a repetir: " ¡Heartoreaker! ¡Painmaker!", feliz.
"Ayúdame con el otro", mandé a Roberto Ross, y él decía, encantado de la vida: "Pelada tan hacendosa". (pág. 67)
¡Que viva la música!, al igual que Tres tristes tigres, está escrita en una jerga melódica que dificulta la comprensión de muchos pasajes, sin embargo la suma de una potente descarga poética e innovadoras técnicas narrativas, más las citas aptas solo para cinéfilos y melómanos, sitúa a estas obras como precursoras del estilo transgresor manifiesto en la mayoría de autores a partir de la década del ochenta del siglo pasado.
¿LA NOCHE ES VIRGEN?
Si pretendemos encontrar un referente peruano conocido (a nivel hispanoamericano, por lo menos), que haya reproducido en su prosa los códigos discursivos particulares de sus noches de juerga, este debe ser Jaime Bayly con La noche es virgen, ganadora del Premio Herralde de Anagrama 1997. Si en esta novela algo sobra es marihuana, alcohol, cocaína y sexo hetero, bi y homosexual, más mucho rock and roll.
“entro al baño a tirar un achique fugaz y a chequear si hay algún pichanguero buenagente dispuesto a invitarme solo un parcito para que me ponga en fa, nada más que un rico parcito, porque uno tampoco quiere terminar durazo, mostrazo, rebotando feo, pegadazo al techo, uno solo quiere un rico y suave parcito de tiros que le ponga las pilas y le dé una cierta confianza, un poco de autoestima. así que entro al baño caleta nomás, no vaya a ser que me ampayen chequeándole la bragueta a algún mamón que esta orinando, y en eso que voy a abrir la puerta de ese bañito de malamuerte que generalmente apesta a mierda, en eso que empujo la puerta me encuentro cara a cara, adivinen con quien, me encuentro así, frente a frente, pum, de golpe, con el lindísimo y putísimo y rockerísimo loco mariano. que esta con una cara de pichanga jodida” (pág. 75)
Bayly desafió con esta novela su propia imagen light en voraces juegos verbales que exponen el lado más soez de la jerga peruana; y, usando las múltiples maneras en las que se puede mentar a la madre, llevó el monólogo interior de su protagonista a niveles fronterizos.
“Salió un maldito can y empezó a ladrarme como un jodido/energúmeno/rabioso, la puta/perra que lo parió, y yo aceleré, conchasumadre, perro jijunagranputa, pedaleaba yo a toda velocidad por una callecita medio oscura al lado de la huaca juliana” (pág. 38)
Aunque por esta nouvelle nadie haya sido desterrado, y mucho menos se han suicidado, es bastante divertido el tratamiento lineal del idilio bizarro que vivió el narrador personaje (un conductor de tv, para variar) con un rockero coquero, bohemio y bisexual, hasta que el relato de su corta y frenética relación culmina, como casi siempre sucede en los folletines, con un desengaño. Una novela rosa bastante porno y explícita, eso sí, y con una banda sonora nada despreciable que incluye a Morrissey, el primer U2, además de la música original que nunca llegaremos a escuchar.
¡AGUANTE LA CUMBIA VISHERA!
Durante esta última década, la grata revelación de la vertiente tonera latinoamericana es la obra narrativa del argentino Washington Cucurto, con libros como El rey de la cumbia (2010) y, en especial, El curandero del amor (2006). Este último prosigue en los tópicos oscuros y políticamente incorrectos por donde transita como habitad natural la temática juerguera:
“Le dije que era una atorranta total, una mentirosa incansable, miente tan bien que hace que las mentiras se vuelvan verdad. Baila la cumbia mejor que Dios y mueve el culo como nadie. Cogerla, mirándole el culo de espaldas, que te cabalgue, es lo más en la vida, y siempre pone en el telo su cdcito de cumbia de Los Mirlos o Karicia, a lo sumo Rodrigo, porque le encanta acabar con esta música. No sabe nada de música y cabalga, pero no te lo da, el culo, digo, por lo menos a mí no. Por bruto, que me vas a lastimar. Pero vos tenés más empujones que molinete de subte, tenés más pijazos encima que negra dominicana del Superconsti y no cobrás. Eso me da bronca, se lo entregó a cada negro horrible de Pergamino, y al Rey del Realismo Atolondrado. No, no y no, y se acabó. Si será trola que te pone el forro con la boca. Salí de acá la concha de tu tía, dejame de joder con los forros. ¿Ahora te acordás que existen los forros? Coger con forro es como bailar sin bajarte una cerveza. Coger con forro es como drogarse en un fiestón al cual nunca llegará Maradona. Sea como sea, para mí el No será siempre” (pág. 11-12)
En El curandero del amor, un escritor suele engañar a su mujer y madre de sus hijos con una jovencita universitaria-revolucionaria quien, luego de tanto sexo animal y enfermizo, queda embarazada. Como ninguno quiere comerse el pleito, acuden al consultorio clandestino de un médico abortivo travesti que soluciona su problema mientras analizan ¿por qué si tanta sangre invade las páginas de la literatura latinoamericana, muy pocos hablan de lo peligroso de los abortos ilegales?
Washington Cucurto pone de manifiesto sus orígenes de “negro villero” con una ambientación casi surrealista en su gusto por lo kitch, su fanatismo por la cumbia peruana de Los Mirlos y Los Destellos, escuchada en estimulantes noches de joda, y su adicción desmedida por el sexo a toda hora y en todo lugar. El resultado es un retrato muy actual que parodia y rinde homenaje a esa otra Argentina, no la que sale en las teleseries de Telefe, sino la de los inmigrantes y postergados.
Guillermo Cabrera Infante, Andrés Caicedo, Jaime Bayly o Washington Cucurto son solo algunos de los nombres más conocidos de esta gran familia tonera latinoamericana que, mediante un discurso melodioso basado en jergas, coloquialismo y frases soeces, un exacerbado erotismo, adicciones para todos los gustos, y tanta música como para que revienten los oídos, nos recuerdan constantemente la esencia exótica del latino y su literatura.
Habla, ¿un par más?
Bibliografía
Cabrera Infante, Guillermo (1967). Tres tristes tigres. Espasa. Colombia. 2002.
Caicedo, Andrés (1977). Que viva la música. Norma. Colombia. 2008.
Bayly, Jaime. La noche es virgen. Anagrama. España. 1997.
Cucurto, Washington (2006). El curandero del amor. Estruendomudo. Perú. 2011.
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