Trujillo ya ha tenido el honor de apreciar el material incluido en este libro. “Vallejito. Versos de humor” del artista Carlos Lavida fue seleccionado para integrar una exposición tributo a la vida y obra de César Vallejo realizada el año pasado en El Cultural.
Aunque la idea surgió como parte del fugaz fanzine limeño “Cadáver exquisito” (2009), la editorial Altazor de Ayacucho decidió apostar por el humor gráfico y lanzar el tercer libro del popular Lavida este 2014. Mejor que nos cuente él mismo de qué va esta nueva obra:
G (Gonzalo): Con “Las moscas no vuelan de noche” (Contracultura, 2010) te despediste del gran Ed Hibert; en “Tren de ficción” (Contracultura, 2012) mostraste el lado más íntimo de Carlos Lavida, ¿qué es lo que buscas ahora con “Vallejito” (Altazor, 2014)?
C (Carlos): Con “Vallejito”, en primer lugar, pensé en un tipo de humor que casi no se ha explorado: el que está inmerso en la poesía y más particularmente en la de Vallejo. Es mi primer libro de humor gráfico y me alegra que sea algo totalmente distinto a lo que vengo trabajando en diarios, que es el humor político y social. En segundo lugar, lo que espero es acercarle a gente más joven, incluso niños, el personaje de César Vallejo. Esto es algo que surgió en el proceso, no lo había pensado, porque mi público inicial era gente que leía poesía.
G: Yo me he reído leyendo el libro, tú te debes haber reído mucho dibujando cada viñeta, pero siendo sinceros, ¿crees que alguien más pueda entender estos chistes aptos solo para vallejianos? Y encima vallejianos nada ortodoxos…
C: Ese fue uno de los retos para mí, porque tenía un personaje fuertemente enraizado en el corazón de sus lectores más solemnes; y, posiblemente, no iban a recibir con tanta facilidad estas viñetas; es por eso que decidí que sea un niño, no el poeta adulto. Una buena prueba fue publicar algunos dibujos en Facebook, ahí pude ver que la gente conocía bastante de Vallejo y que disfrutaba mucho de mi interpretación. También sabía que había un número limitado de versos y títulos que la gente podía identificar, por eso el libro es de 50 páginas y no de 100, no quería agotar cosas como “Estruendomudo” o “Hay golpes en la vida”… así como tampoco quise parodiar frases menos conocidas entre los lectores al paso. Me parece, sin embargo, que cualquier peruano con educación regular debe haber leído al menos un par de libros del vate, lo suficiente para entender la mayoría de lo que he publicado.
G: Entonces, ¿consideras que “Vallejito” sería una forma muy didáctica de acercar a los niños, estudiantes de colegios e incluso docentes a la, tantas veces resistida, obra de César Vallejo?
C: Si, definitivamente, esa sería la mejor recompensa que podría sacar de este libro. En realidad a mí me hubiese gustado mucho tener un acercamiento así de chico. En el colegio no me hablaron mucho de Vallejo, era un colegio muy católico, quizás por eso.
G: ¿La sección “Encuentros” (Vallejito jugando con sus “pequeños amigos”: Martín Adán, Vargas Llosa, García Márquez, Cortázar, Kafka o Scorza) es una muestra de lo que vendrá a futuro?
C: No planeo sacar una continuación; sin embargo, algunos encuentros quedaron pendientes y posiblemente los cuelgue de forma virtual. Esa es la parte que más me gusta del libro y seguramente vaya inquietar la imaginación de algunos lectores, pero que ellos sean quienes creen sus propios encuentros.
G: Una gran parte del país admira y respeta tu obra como ilustrador en el “dream team” del humor político peruano: el suplemento El Otorongo de Perú 21. ¿Cómo vives esta fama? Ya que quizá no te persigan como a un Beatle, pero de seguro todos hemos compartido alguna vez tus viñetas salpicadas de humor negro en nuestro muro de Facebook…
C: (Risas) No creo que a ningún humorista lo quieran perseguir como a Los Beatles, lo que hay es a veces un reconocimiento mediático en las redes, pero es sobre nuestros trabajos. Si voy por la calle no me reconocen ni mis primos, eso solo les pasa a los músicos o a los actores de “Al fondo hay sitio”. Quizás ahora que estoy publicando a diario en Gestión me persiga algún político, pero con cartas notariales (más risas).
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