lunes, diciembre 18, 2006

ÁRBOL

(Un cuento por navidad)

Su hermana ahora trabajaba en una importante empresa limeña. Ella había venido a pasar el fin de semana antes de navidad en casa, bueno no tanto así, sino que acá todavía vive su enamorado, entonces se extrañarán seguro, ¿qué sé yo? –¿pero vendrás para navidad?- sabía que lo decía por compromiso, en realidad a mí desde hace ya algunos años la noche buena, lo único de bueno que tiene es el pavo gigante que me empujo y el rico combate que me mando, porque de allí, no pasa de recibir dinero y ropa, que es lo que más se necesita cuando se es joven, “documentado”, estudiante superior . . . pero desempleado y encima: dependiente, y lo que es peor aún: con flaca.


al final como te digo, la navidad es para los niños, yo ya no estoy para esas huevadas-, -pero hijito no seas tan grinch, ¿recibiste la ropa que enviamos?-, -sí, gracias vieja, ta chévere, pero a ver si me queda pe, sino lo vendo-, -¿cómo? . . . ¿perdón?-, -no, que está tremendo . . . el regalo, están bien bacán los jeans y el polo-, -los jeans te los compró el viejo, el polo te lo envía tu tía Julita-, -pero ¿no había la de Claudio? Es la 14-, -no sé, es el polo del mundial ¿y viste los perfumes?, esos me han costado bien caro ah, no es para echarte después de afeitar, no los gastes mucho-, -no mamá-, -ese es tu regalo, forras la caja y la pones debajo del árbol, ¿ya?-, -¿qué?, no, o sea ni que fuera qué, la Jessy se está poniendo a forrar unos regalos-, -¿y la ayudaste a tu hermanita?-, -no, nakever, no, yo estaba viendo mi partido de Claudio-, -¿y metió gol?-, -¡sí vieja, pucha que goleó el Bayern 4 a 0 al Mainz, y mis comentarios salieron al aire, y justo metió gol a penas terminaron de decirlos, yo le di suerte pe-, -ah sí, mi amor-, -si ma’ y les puse que no había ido a las clases de la universidad porque soy hincha del Bayern y no me importó tener examen ni nada, total . . .-, -¡¡¡COOOMOOOO!!!-, -ja,ja,ja,ja-, -¿cómo que estás faltando?, ¿qué no estás en finales?-, -no pe vieja, cómo crees que vo’a ser tan cojudo de faltar pe-, -¡ni se te ocurra Gustavo!-, -no pe ma’ osea, si yo ahora toy-, -no, porque así te evadiste, no fuiste a clases en el colegio-, -ma’ eso fue hace cuatro años, aparte era el mundial pe “Argentina-Inglaterra”, el clásico de las Malvinas pe-, -¡¡¡QUÉ CLÁSICO NI QUE OCHO CUARTOS!!!, usted se va a su clase-, -mamá pero no ha habido clase pe-, -ah ya, cuidadito nomás ah, con que me salgas con alguna sorpresa de aplazados-, -pucha vieja, nunca he traído uno, o al menos nunca te has enterado-, -¿cómo?-, -no, este ya, mira-, -ya se acaba la tarjeta hijito, te cuidas ¿ya?-, -si vieja-, -terminas tus trabajos-, -si, mamá-, -ya estás en los finales estudia mi amor-, -si ma’-, -no te olvides de comprar las cosas, ha venido tu hermana no seas tan mezquino en las compras-, -yaa, maaa-, -ya hijo-, -pero es que el viejo pe ma’ dijo que no me excediera, que ya somos dos nomás-, -ay si pues, tu padre, ya le llegaron las “franciscadas” al viejo, pero qué se va a hacer, hijo ya se corta ya, chau te quiero te cui-, -¿ya?, hasta que por fin carajo, ahora sí, a seguir bajando música-


Gustavo vio la mesa, estaba llena de papeles y cosas, realmente detestaba ello, pero como tenía una pereza tremenda, no hizo nada. Le vino un poco de hambre, putamare tovía no hago las compras, habrá un hot-dog en la refri seguro, fue rumbo a la cocina, cuando se percató que en el lavadero habían unas ollas y platos que le ponían nervioso, si nadie hacía algo para limpiar (aunque sea en lo más mínimo) se iba a loquear, pero no encontró nada de lo que estaba buscando, así que regresó al estudio, las canciones ya deben de estar bajadas, voy a clasificarlas y . . . ¿pero qué es esto? –manya unas tarjetas navideñas- ah son de la empresa de la Jessy, no pero tan bravas, no sí, di, mira son dibujos hechos por . . . a ver . . . seguro que los hijos de los dueños, o fácil que, por ellos mismos.


Había uno en particular que llamó la atención de Gustavo, tenía un árbol de navidad de portada (todos eran diferentes tipos de pinos adornados) el cual le parecía el más simple, sólo eran cinco triángulos verdes, dibujados uno sobre otro, con una estrella en la copa; en cada extremo, los triángulos tenían dibujado un círculo de colores; y debajo, el tronco marrón donde se supone se sostiene, más abajo en el "piso" sólo habían bastones rojo y blancos clavados, ah y algo más, unas bolas negras que adornaban el interior del triángulo más alto. Gustavo quedó encantado con el dibujo, lo mejor de todo, era que no tenía nada detrás, sólo un fondo blanco.


-Pero, ¿porqué no han aceptado mi dibujo?-, -no sé-, -pero si yo me he esmerado en hacerlo-, -pregúntale al profesor- Gustavo se acercó y de manera entre tranquila y avergonzada, interrogó al profesor sobre su obra –hijo, es que es muy infantil, parece que la hubiese hecho un niño de 5 o 6 años, no uno de 11, ¿cómo vamos a poner eso en el periódico mural?- puta que roche. No obstante, Gustavo necesitaba más opiniones, así que por la noche, mostró el dibujo a su madre, ella no podría fallarle –no pues amor, pero ese dibujo ya no está como para ti . . . es muy infantil-, -pero ma’-, -no, pero tiene razón el profesor en no haberte aceptado el dibujo-, -pero. . . – Gustavo se sentía más solo que nunca. Nadie solía rechazar sus dibujos, incluso cuando era niño, el psicólogo aconsejó a sus padres que le compraran muchos lápices y blocks con el propósito de desarrollar su imaginación, por supuesto que era sólo una estrategia para que no jodiera en clase y se quedara sentado dibujando.


De niño, su pasión habían sido los dibujos, sin embargo no era bueno haciendo retratos, como otros de sus compañeros que se dibujaban a los Caballeros del Zodiaco a imagen y semejanza del álbum. Gustavo no, él creaba sus propios personajes, sus propias historias, propios mundos, diálogos, personalidad y poderes. Aún así la gente mayor que los observaba, siempre le hacía dos preguntas: “¿Por qué tus dibujos son tan chiquitos?” y “¿Por qué nunca pintas tus dibujos?”. La respuesta era obvia –es que son chiquitos pe, porque sino ¿cómo podría crearles todo el mundo que los rodea?, sino, no se podría ver que detrás de estos dinosaurios, y hay arbustos y árboles, y detrás hay cerros, y detrás está el sol y las nubes, y por encima de los árboles pterodáctilos volando (que no son dinosaurios, porque no vivían en tierra firme) y mira toda una familia de diplodocus (es que me gustan mucho los dinosaurios, tengo toda la colección de revistas de planeta DeAgostini), y ¿por qué no los pinto?, uno porque me da pereza, y dos porque una vez lo intenté y aparte de la pereza, se malograba todo el dibujo, parecían manchitas verdes y amarillas, nunca me gustó pintar-


Aquel suceso marcó de manera definitiva el final de su infancia, comprendió que aquella navidad sería la última que esperaría con ansias. Ya no volvería a dibujar como antes cuando agarraba un lápiz o lapicero, y unas cuatro hojas de papel, ya sea bond (james bond) o bulki (el chusco) y con la goma las unía para poder crear todo un mundo de dinosaurios, ahora no le salía nada –y ¿por qué sigues dibujando la misma cosa?, ¿por qué no cambias?-, -si lo hago, en mis blocks tengo un montón de "películas"- así le llamaba a sus creaciones, porque contaban toda una historia, a manera de cómic, pero sin seguir los parámetros ya establecidos de los mismos (sus primos de Lima sí hacían comics; él no, nada de lo que hacía estaba bien). Según Gustavo era algo diferente y servía para no sólo mantener su mente libre de pensamientos “interrumpidores” de clase, sino para que sus compañeros de lonsa se vacilaran un rato viendo y leyendo sus “estupideces” (cómo las llegaría a denominar luego que perdiera el sentido de todo)


Aquellos patas fueron los únicos que siempre tenían comentarios positivos acerca de sus “películas” e incluso le pedían que avanzara más los capítulos que estaban recontra interesantes (más que una clase de familia y civismo, ahora no sé que nombre le habrán puesto. Esos pedagogos y sus nombres mierdozos que inventan, cuando sepan comprender a un niño o a un adolescente, recordando cuando algún día fueron así; pero sobre todo aprendan a escuchar, la educación podrá progresar, de nada sirve ser muy versado si careces de rating)


Y aceptación de sus obras por parte de su clase, sí que tenía. A veces producía de tres a cuatro “películas” al mes, cada semana sacaba algo: cuando le daba ganas de hacer “las naves espaciales”, las dibujaba, sino “los caballeros medievales”, o la más pedida “contra” (si no se han percatado, el concepto procedía de juegos de super nintendo adaptados por los lápices y el ingenio de Gustavo), pero sin lugar a dudas, su mejor y más lograda “película” fue la tragicómica: “Friends Forever”, en donde actuaban, como era usual sus amigos (los protagonistas eran él y sus patas, en todas sus películas, fácil que por eso, tenía tanta acogida, ta que pendeja sobonería, pero buena la técnica de marketing) claro que ahora ya vestían como humanos.


Gustavo quería tantas cosas, quería que la gente mayor reconociese su trabajo, que no lo tomen como una terapia catárquica, quería ser futbolista, músico, terminar de leer “cien años de soledad” aunque no entendiera “un carajo”, sus influencias no eran ni cagando, los Caballeros del Zodiaco o Súper Campeones, él se proyectaba con Animaniacs y los Simpson, series animadas de otro calíbre, de allí se influenciaba para sus “Friends forever” con ese humor rápido y corrosivo.



Sus amigos también veían de cuando en cuando aquellos dibujos de los cuales Gustavo era fanático, pero sólo se reían a carcajadas las veces en que Homero se golpeaba (ouu) o Bart se sacaba la mierda. Él no, ya no tanto como antes, Gustavo se dio cuenta que empezaba a vacilarse (a parte de los golpes) cuando hacían comparaciones políticas, musicales o filmográficas. Se ganó que estaba ya en otro level, y que había perdido esa inocencia que lo llevara a dibujar para liberar sus demonios, Gustavo sabía que tanto “Friends forever” como su niñez ya no tendrían una segunda oportunidad en la tierra (para esto ya se había leído como tres obras de García Márquez)


Después de la choteada, Gustavo fue perdiendo gradualmente todos aquellos ideales por los cuales había luchado. Ya no quería dibujar, ahora se proyectaba escribiendo, ya no le interesaban las animaciones a menos que fueran tipo Daria o Padre de Familia, conoció South Park y su educación rumbo a la “madurez” estaba consumada. Sólo habían transitado un par de años del dibujo choteado y pasó de a dibujar a diario, a sólo hacerlo una o dos veces al año. Sus amigos (ya en la secundaria) le preguntaban si no hacía más “películas” –no, ahora estoy pensando en mi primera novela- y así los tenía, y los tiene hasta ahora.


Gustavo recordaba la única vez donde obtuvo el reconocimiento que tanto había ansiado. A los ocho años, todavía era considerado un chico promesa para el dibujo –no, señora, no le diga que va a ser pintor, dígale que sea ingeniero-, -pero si mi hijo, cuando todos recién hacen un pollito, él dibuja toda una granja-, -sí, tiene mucha imaginación, pero encamínelo hacia otra profesión, una más rentable, ésta es muy dura- ganó su primer concurso de pintura, organizado por la empresa que ahora le estaba dando trabajo a su otra hermana, Claudi, no la de Lima, sino a su otra hermana, como ya dije. Era un dibujo muy simple, uno que él mismo choteó antes de proponérselo, no, no pasa nada. El tema era el ahorro de luz, y no se le ocurrió mejor cosa que trazar una línea oblicua, la cual separaba en dos mitades iguales la cartulina, en la mitad de arriba, un foquito con cara feliz, todo pintado de amarillo diciendo: “yo tengo luz”, y en la de abajo, sólo dos ojos tristes y un fondo negro que decía: “yo necesito luz”; y ese “neces-ito” mal silabeado –es que se me había terminado la cartulina pe- que convertiría a aquel cuadro menospreciado por su autor en el ganador del concurso regional de dibujo y pintura organizado por la empresa de Luz de Trujillo. El señor alcalde hizo entrega de la bicicleta montañera al primer premio y foto en los periódicos, luego se acordaría que ese mismo alcalde le entregaría una medalla de "alcalde escolar" cuando estaba terminando su tercer año de secundaria.


A todo esto, Gustavo se enfermaría (la emoción seguro), y el lunes no pudo asistir al único reconocimiento que hubiera valido la pena sentir frente a todo su colegio, nunca supo lo que era ser reconocido, ni felicitado, las autoridades sabían que era un chico terrible, díscolo y rebelde, en cualquier momento saldría con alguna huevada y les cagaría la formación, pero gracias a Dios que no vino este muchacho del demonio.


El martes sí se presentaría, sin embargo el cole no le pararía bola, ya había pasado todo, mas no para sus amigos, quienes le metieron tremendo apane que no le quedaron más ganas para volver a ganar de nuevo (todo con cariño pe)


-Pero ma, es que simplemente me llega al pincho la navida' pe, osea cuando eres chibolo bacán, porque recibes de todo, puta esperas tus juguetes y esas huevadas, ni siquiera me importaba comer, pero cuando ya vas creciendo tienes que empezar a dar regalos a todo el mundo (y todos tus ahorros se van al carajo, seguro que no debe de haber navidad para el que trabaja y tiene hijos, triste su caso) y hacer chocolatadas cojudas, y regalar panetoncitos a los pobres, puta osea, he sido una mierda todo el año y sólo porque es "navidad" tengo que ser "bueno", no osea no pe, no me parece ah-, -yo le hice su chocolatada a la señora que limpia, con sus nietecitos-, -ya pues vieja te ganarás el cielo-, -no seas malo, le estarás pagando al día, no esperes que llegue a pedírtelo, seguro toca y como no hay nadie. . . -, -pero vieja ¿crees que ella no es viva?, si no es por vieja es por pendeja, los pobres son la gente más viva del mundo, para poder sobrevivir sin nada, deben de ser personas muy fuertes, claro que se sabe cuando entramos y salimos de la casa,


Gustavo agarró la tarjeta con el árbol de navidad de triángulos verdes y círculos de colores, la observó detenidamente, y por primera vez en muchos años pudo esbozar una leve sonrisa, suspiró, la navidad no volvería a ser lo de antes.

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