PERÚ AL MUNDIAL
No pensé vivir para poder ver a Perú clasificando por mérito propio a un mundial de fútbol, pues sí, aunque parezca un sueño, la selección peruana sub-17 ha logrado clasificar al mundial de la categoría a celebrarse en la República de Corea desde el sábado 18 de agosto al domingo 9 de septiembre del presente año 2007.
Así que a madrugar señores, para volver a apreciar como flamea nuestra bandera en un mundial de fútbol luego de 25 años de larga espera. Si bien, quienes han logrado esta hazaña son sólo unos niños de 16 años los cuales ni siquiera estaban en proyecto cuando en 1981 Perú lograra su última clasificación a un mundial de mayores, su corazón y entrega por la camiseta los ha vuelto grandes a los ojos de todos aquellos masoquistas quienes seguimos los encuentros del torneo Sudamericano sub-17 celebrado en Ecuador y que junto a Brasil, Colombia y Argentina, nos devolvió a la élite del fútbol mundial.
Recordemos que Perú ya había sido partícipe de un mundial sub-17, pero del que fue anfitrión en el 2005, y como ese mundial nos lo regalaron, no se podía esperar mucho, por más bombos y platillos se les haya reventado, los muchachos, lamentablemente, pasaron sin pena ni gloria, y allí nomás se quedaron, otro de los graves y recurrentes errores que suelen cometerse en nuestro decadente fútbol nacional.
Por el contrario, esta selección peruana sub-17 llegó al sudamericano de Ecuador como siempre suelen ganar los equipos peruanos: con el perfil bajo, la humildad de un tercermundista del fútbol, guardando sus mejores cartas, sin el favoritismo que nos termina matando; recordando que de esa misma manera se alzó con aquellos gloriosos triunfos el Cienciano del Cuzco en la copa Sudamericana del 2003 y la Recopa del 2004.
No obstante, atribuirles todo el mérito a la humildad de estos seleccionados, sería rebajar todo el trabajo que se había estado realizando en pro de dichos logros. No señores esto no se ha logrado de la noche a la mañana, es el producto de todo un proceso el cual viene gestándose desde inicios del año 2004.
La tan cuestionada dupla argentina Picerni-Pavoni contratada para “salvar” a nuestras divisiones menores dio sus frutos, tardíamente pero los dio, sin embargo, este país acostumbrado a la improvisación y los resultados instantáneos, no los soportó (como no dejó terminar tampoco a Autuori en la eliminatoria pasada) y los votó por la puerta trasera luego de la derrota de la sub-20 este año en Paraguay, donde actuaron los mismos muchachos que jugaron el mundial sub-17 de Perú en el 2005.
Y dicen que las cosas son por algo, en su lugar colocaron en la dirección técnica de la sub-17 a su asistente: Juan José Ore, un profesional que venía trabajando en menores desde hace más de 7 años, quien guardando siempre un perfil modesto, terminó de darle esa identidad del fútbol peruano que siempre nos ha caracterizado. La idiosincrasia del pelotero peruano es única, y en cuanto al fútbol, no podemos dejar de lado nuestra clásica picardía de barrio y buen toque al ras del piso (eso no nos lo va a enseñar un argentino, está en nuestros genes) pero sobretodo el cambio más significativo fue el de actitud y claro, la unión del grupo, algo que no se veía en selecciones anteriores, hacía un par de décadas atrás.
Lo mejor de J. J. Oré, fue la manera de encarar los partidos, a sabiendas de nuestras flaquezas, la forma cómo estos adolescentes se mataban en cada balón y también cómo los habilidosos concretaban lo suyo, lo primero en los casos de Correa, Coavoy, Duarte o Hernández; lo segundo para Manco, La Torre, Sánchez o Trujillo, quienes hacían recordar aquellos videos de glorias pasadas, con el clásico toque peruano.
No olvidemos tampoco el trabajo de aclimatación del Dr. Jorge Alva Flores, quien llevó a los seleccionados con 12 días de anticipación a la ciudad de Riobamba, a 2800 metros sobre el nivel del mar. Lo cual nos favoreció enteramente puesto que los jóvenes aguantaban los 90 minutos, sin sufrir merma alguna en sus capacidades físicas, desde el inicio del torneo.
Y sobre todo el empuje que le pusieron los muchachos quienes han venido trabajando juntos desde niños y han formado lo que ellos denominan "una familia" donde todos se consideran hermanos. Ellos mismos declararon que si han clasificado es porque han estado unidos y sin diferencias de ninguna índole. La unión entre padres e hijos representa otro factor gravitante para este triunfo, son jóvenes procedentes de hogares humildes, sin embargo se respira un ambiente familiar favorable para su desarrollo como personas y ello sale a relucir también en las declaraciones luego del triunfo donde se les nota con los pies bien puestos sobre la tierra. Aparte de tener como paradigmas a futbolistas de la calidad de Jefferson Farfán, Paolo Guerrero y Claudio Pizarro los cuales desde muy jóvenes partieron a jugar por clubes europeos, donde son figuras, y estos muchachos aspiran llegar tan alto como ellos.
Y un dato muy conocido pero malinterpretado por todos: nadie les quería decir que como iban a ser eliminados rápidamente ya tenían reservados los pasajes para el retorno al término de su cuarto y último partido en primera fase, sino informarles que las diez selecciones participantes ya tienen asegurados los pasajes desde el inicio del torneo (oohhh toda una metáfora futbolística-existencial), los adolescentes lo tomaron tan a pecho que salieron a matar al primer equipo que se les cruzara en el camino, no les importó que fuese Brasil, igual le ganaron 2-1 y hasta el arquero Hermosa atajó un penal, y no se detuvieron hasta clasificar al mundial.
Pero, mucho ojo, no nos engañemos, estos chicos están en plena formación, la mayoría ni siquiera ha cumplido 17 años, son prácticamente unos niños, no los agobiemos con tantos elogios porque aún no han ganado nada, lo mejor que podemos hacer es tomarlo con calma, ni Manco es el Maradona redentor del fútbol peruano, ni La Torre es el sucesor de Ronaldo, mucho menos el resto del equipo porque si aquí han logrado la clasificación es, reitero, por la unión que se ha visto dentro y fuera del campo, un grupo humano sólido que sabe a dónde apunta y que se mata por su camiseta (el segundo empate contra Ecuador), sin complejos, sin miedo, y muy fiel a nuestro estilo: ganando pero sufriendo (como el debut con triunfo ante Brasil, la goleada a Bolivia y la victoria contra Venezuela); si bien, en segunda ronda fuimos vapuleados por Brasil y Colombia, el equipo no bajó los brazos y siguió luchando, bueno tampoco era para alarmarse, la única razón es que estos países nos llevan décadas de trabajo en menores, porque ellos saben muy bien que sino se trabaja con los niños ¿qué se puede esperar de mayores?
Esto es algo que he venido diciendo entre amigos, no es cuestión de traer a Gus Hiddink, Mourinho o Bianchi (soy siempre tan exagerando) para dirigir la selección de mayores, sino trabajar a conciencia desde niños, con un plan de trabajo consistente e invertir en el buen funcionamiento de las divisiones menores, con nutricionistas, educadores, psicólogos, asistentas sociales, médicos, preparadores físicos, capacitando a los entrenadores en el extranjero, mejorando su técnica desde niños, programando giras contra países y clubes de Europa y África (pues allí es donde se trabaja mejor) pero sobre todo inculcándoles nuestro estilo de juego y la mentalidad ganadora que era en nuestros menores la principal carencia, digo “era” porque con el amor propio de estos jóvenes se está demostrando que vamos por buen camino y que obviamente es un deber invertir en las divisiones menores, si es que el Perú aspira lograr algo importante cuando sean mayores. Material humano existe, apoyo, es lo que necesitan.
Esperemos que los muchachos sub-17 sirvan de ejemplo para las selecciones venideras, y que de una vez por todas se trabaje en serio en divisiones menores; porque aún hay una sub-15, sub-12 y niños por formar, no podemos dormirnos en nuestros poco o casi nada de laureles, sólo si este gran resultado se repite con la siguiente camada y las futuras, entonces se habrá logrado algo, recuerden que esto no se hace un día para otro, no vayamos a precipitarnos y pensar que con estos chicos ya estamos clasificados para el mundial de Sudáfrica 2010, debemos proyectarnos mejor para los mundiales del 2014 ó 2018 y los siguientes, recordemos que estos adolescentes no sólo están en proceso de formación futbolística sino como seres humanos.
Yo confío que esta clasificación al mundial de Corea es sólo el comienzo del cambio. Estos chicos tienen ahora entre 15 y 16 años, para el 2009, el campeonato sudamericano sub-20 se jugará en nuestras tierras; y por supuesto, con esta base tenemos para soñar . . . aunque debemos dejar de soñar y pisar tierra, ellos lo saben, recordemos la respuesta de Manco (considerado el mejor jugador del campeonato) luego de la clasificación: “no, esto no es un sueño, es sólo una meta, de las muchas que tenemos . . . mañana es otro día”. Si así piensan con 16 años, con esa madurez, sensatez y sobriedad, podemos esperar mucho de esta nueva generación. Ya era hora.