VIENTOS
Lucía subió a la azotea esa tarde, tenía que lavar la ropa de su marido y sus dos hijos, ah también la suya. En la mañana había limpiado la casa, preparado el almuerzo y llevado a sus hijos al colegio, todo era tan normal en su vida, sólo ser una obrera que ofrecía como único medio para sobrevivir su fuerza de trabajo. Sin embargo no lo hacía por dinero, o porque tenía que responder a un hombre o empresa privada, tampoco lo hacía por ese par de niños que con su sonrisa le devolvían un poco las ganas de continuar con ese estilo de vida, realmente no sabía ni por qué hacía tales cosas, simplemente llegaron, se quedaron, y arrasaron con ella, con todas sus pequeñas o grandes aspiraciones, si es que todavía podía recordar haberlas tenido.
Se quedó a la mitad de la carrera sólo para dedicarse a tiempo completo a ese pequeño dúo dinámico que ahora no sabe si querer u odiar, par de demonios, ya no era aquella flaquita que se enamoró (y dejó enamorar) cuando cachimba de ese chico que ya terminaba, ahora ni siquiera era flaquita, y tampoco sabría decir si aún continuaba enamorada o lo hacía sólo por no quedarse sola, la maldita costumbre, o para que esos niños no se traumen, ahora se trauman por todo.
La administración no había sido su sueño, ni siquiera era algo que había pensado ser cuando niña ¿quién quiere convertirse en un administrador de empresas cuando es chibolo? Ella había querido ser arqueóloga, le encantaba leer sobre las culturas del pasado (porque de alguna manera detestaba el presente) pero sus padres no se lo permitieron por su “alergia al polvo” ¿y acaso todo el día iba a estar huaqueando? A ella le gustaba leer mucho, sin embargo jamás alardeaba o hablaba de esa afición con la gente, algunos incluso la consideraban una calabacita, por eso se enamoró de Beto.
Él era lo que ella no podía ser, lo que ya quisiera haber sido: hablar y hablar sin miedo a las represalias, expresar sus ideas tranquilamente, sin temor al qué dirán. En su casa jamás se lo prohibieron, pero ella tampoco quiso decir nada, a todo lo que sus padres le preguntaban, respondía que le parecía bien, así como a todo lo que Beto decía, también, sus profesores la mandaban a cuanto concurso hubiese, y lo hacía, sus amigas la llevaban a las fiestas y ella accedía, todos le pedían algo y ella se los daba, claro tampoco se propasaban mucho puesto que el silencio otorga cierto respeto el cual sabía manejar muy bien.
Ahora estaba colgando la ropa de sus hijos y esposo, en la azotea de la casa construida con el esfuerzo de Beto y la asfixiante soga del banco. No podía considerarse satisfecha, pero tampoco se quejaba, no era rica, sin embargo no les faltaba nada, total, tenían lo indispensable. No era su sueño, y mucho menos se le parecía, no obstante, nadie le quitaría jamás aquella muda afición que ni su marido conocía.
El viento soplaba, soplaba cada vez más fuerte, sus lacios cabellos negros le cubrieron la cara, era lo único que se permitía hacer sin desenfado: dejar crecer sus cabellos, y cuidarlos demasiado, todos le comentaban lo bonito de su cabellera, si alguien le hubiera pedido que se lo cortase, eso sí que no lo hubiese hecho jamás, cuando se sacó los cabellos del rostro, logró divisar lo más impresionante y diferente que le había pasado en años, el cordel se había descolgado de ambos postes y la ropa se había ido volando: los pantalones de su marido, los polos de su hijos, y su ropa interior; parecían unas banderas de colores flameando en los cielos, las mismas que se fueron perdiendo en el horizonte, nunca supo a dónde fueron a parar aquellas prendas, sólo disfrutó esos instantes viéndolas volar hacia el infinito.
7 comentarios:
A ver una chika se caso y nada de lo ke tiene es lo ke keria ... pero tampoko esta triste por ello sino ke lo acepta
ps porke se conformo con lo ke le dijeron o con lo ke le impusieron ke en verdad no le impusieron sino ella sola se impuso
Pero cuando se vuela el cordel siente libertad, al ver su ropa interior volando, su interior volando o pidiendo libertad
Es muy diferente a todo lo que has escrito anteriormente (osea, no es tan largo que da miedo empezar a leerlo) me recuerda a tu cuento "TAXI" en la medida que vas directamente al grano.
En cuanto al cuento en sí, veo el simbolismo expresado en el cordel: La ropa, a mi criterio, vienen a ser sus experiencias; y los ganchos, su esposo e hijos, quienes le sujetaron la vida. No habrán sido su sueño, pero se convirtieron en su realidad.
Me parece una metáfora al conformismo del ser humano.
Y el viento que barrió con la ropa colgada, representa todo aquello que ella quiso alguna vez hacer o ser, sin embargo no pudo, porque dejó lo que quiso, para responsabilizarse de lo que hizo (o no hizo jamás).
SOMOS ESCLAVOS DE NUESTRA RUTINA DIARIA, EL HACER COSAS EN EL HOGAR, EL TRABAJAR, EL ESTUDIAR, ETC. NO PODEMOS EVITARLO, SOLO SEGUIR SIENDO PROTAGONISTAS DEL DESTINO, UN DESTINO QUE NO PROMETE FELICIDAD O DESDICHA... "VIENTOS" ME MUESTRA COMO UNA PROTAGONISTA QUIERE SENTIR LA LIBERTAD DE VOLAR, DE EXPRESARSE Y SENTIRSE FELIZ POR UN MOMENTO COMO UNA PALOMA DE ALAS GRANDES, FUERTES Y SUAVES.
Este cuento corto si que me gusto. Debe ser por lo inesperado de su final. Como ya nos tienes acostumbrados a tus largos relatos y finales sorprendentes. Este me parecio bonito. Las interpretaciones quedan al libre criterio de los lectores.
Erick NY.
ME ENCANTÓ EL FINAL Y ES LO MEJOR QUE HE leído en tu blog , sólo que las frases pomposas no el van biena ningún texto (parecían unas banderas de colores flameando en los cielos).
la mujer es lo que le meten en la cabeza que sea.
( debería escucharme)
¡Ah! este me agrada bastante, me recordó a una plática que un día sostuve con la esposa de mi primo. La verdad es de lo que más me ha gustado. ¡Muy bueno!
Bonito final, me gusto como narraste lo de la ropa volando, se preyecta un sentimiento de libertad.
Aunq sea por un un momento, ya que parece q la chica seguirá en lo mismo y ni ella sabe xq??
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